Aunque no hay fecha exacta de sus orígenes, los estudios coinciden en que el cultivo del arroz se remonta a más de 7,000 años en el hemisferio oriental: India, China, Japón y el sudeste asiático.
Así, cada grano guarda en sí la historia de antiguos ritos de siembra y cosecha, una conexión con la tierra y el agua que se mantuvo al llegar a otras regiones e instalarse como el alimento más consumido del planeta. Su versatilidad parte de su condición innata de adaptación a cualquier clima. Por si fuera poco, provee nutrientes como carbohidratos, vitaminas y minerales. Hoy en el Día mundial del arroz, honramos sus tantas maneras de darle sabor a las mesas de cualquier latitud.
Los “mil” tipos de arroz
1. Grano largo: Popular en platos como ensaladas y guarniciones, esta variedad es más larga que ancha y mantiene su textura sin pegarse. El arroz jazmín y el basmati son dos ejemplos.
2. Grano corto y medio: Es el tipo de arroz ideal para preparaciones que buscan absorber sabores intensos, como paellas, guisos o sushi. Su textura cremosa y capacidad de absorción hacen que mantenga su forma y realce cada ingrediente en el plato.
3. Arroz bomba: Esta variedad, usada en paellas, tiene un grano corto con una capacidad de absorción única, que le permite triplicar su volumen sin perder su textura firme.
4. Arroz integral: Es el arroz más nutritivo. Rico en fibra, proteínas y minerales, se conserva en su estado natural, promoviendo la salud digestiva y la regulación de la glucosa en sangre.
5. Arroz salvaje: No es técnicamente un arroz, sino la semilla de una planta acuática, pero sus nutrientes lo destacan. Con un sabor terroso y un color oscuro, es rico en proteínas y fibra, ideal para mezclarse con otros arroces o servirse en ensaladas.
6. Arroz negro y rojo: De color oscuro y alto contenido en antioxidantes, como el arroz venere italiano o el hesawi árabe, estas variedades aportan nutrientes adicionales y un toque exótico. Son perfectos para ensaladas y platos de acompañamiento.
7. Arroz arborio y carnaroli: Dos variedades italianas esenciales para el risotto. Su alto contenido de almidón libera una textura cremosa al cocinarse, manteniendo el grano firme y al dente.
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