Con Bocaccio de banquete y sobremesa

Creado: Dom, 22/03/2015 - 15:08
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Por: Frank Padrón
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 Con Bocaccio de banquete y sobremesa

El italiano Giovanni Boccaccio (1313-1375) en su célebre Decamerón –publicado en Cuba– no fue indiferente a la fiesta de los sentidos gustativos. A lo largo de esa gran colección de cuentos (llamados por él “novelas”) que publicara entre 1351 y 1353, hay referencias constantes a la cocina, desde cenas que premian atrevidas apuestas, hasta personajes que comen y beben –o sueñan con hacerlo- profusamente.

 La cuarta novela de la sexta jornada es una de las más famosas entre las muchas que aparecen en el Decamerón. Este relato se destaca por la presencia de lo sobrenatural, comoquiera que la muchacha eternamente devorada y muerta por los feroces canes inmediatamente resucita en un proceso persecutorio cíclico e infinito, en lo cual los expertos han rastreado influencias que se remontan a Ovidio y a algunos de los castigos dantescos que aparecen en el Infierno.

El habitual empleo que hace el autor de los engaños y trampas llega al extremo de que un castigo así de ejemplarizante sea lo que promueva el arrepentimiento en la desdeñosa e ingrata, al punto de aceptar incondicionalmente al galán acechante. De modo que, como algunos de los otros cuentos
(o “novelas”) no estamos ante una ética precisamente impecable por parte de su autor.

Sin embargo, en un sentido “gastronómico” hay algunos detalles de interés. También aquí el vórtice narrativo se centra en un almuerzo al que convoca el protagonista, acostumbrado por demás a organizarlos regios y abundantes, como se explica párrafos arriba y se patentiza ahora:

 Y luego:

Nastagio hizo preparar magníficamente de comer, e hizo poner la mesa bajo los pinos en el pinar que rodeaba aquel lugar donde había visto el destrozo de la mujer cruel; y haciendo sentar a la mesa a los hombres y a las mujeres, los dispuso  de manera que la joven amada fue puesta en el mismo lugar frente al cual debía suceder el caso.

Habiendo, pues, venido ya la última vianda, he aquí que el alboroto desesperado de la perseguida joven empezó a ser oído por todos…


De modo que es en ese nutrido almuerzo donde se desatan los motivos fundamentales que apuntan al desenlace, coincidiendo el desarrollo gradual de los mismos con el de la seguramente copiosa y exquisita cena. Por otra parte, los animales que ejecutan el castigo “divino” lo hacen mediante un acto a la vez salvajemente comestible:

Cuando la joven hubo recibido este golpe cayó boca abajo, siempre llorando y gritando; y el caballero, echando mano al cuchillo, le abrió los costados y sacándole fuera el corazón, y todas las demás cosas de alrededor, a los dos mastines las arrojó; los cuales, hambrientísimos, incontinenti las comieron

Lo cual, por otra parte, está en plena concordancia con el carácter un tanto sanguinario y fuerte del relato, como anticipando el “teatro de la crueldad”, no muy habitual en la serie narrativa en que se inserta, por lo cual se trata de un texto bastante excepcional.

Estamos, sin lugar a dudas, ante uno de los notables momentos de esa obra maestra de la literatura universal que es el Decamerón al punto de inspirar al famoso pintor cuatrocentista Sandro Boticelli (1445-1510) y alumnos de su escuela, según puede apreciarse en estos cuadros, que reproducimos.

En él, Bocaccio nos invita a suculentas y expresivas cenas, como hemos visto imprescindibles en las acciones del relato, y también a las sobremesas, donde tan buena literatura puede contribuir a la mejor digestión.
 

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