Ya lo recalcó Confucio cuando dijo que “comer, beber y hacer el amor son los tres más grandes instintos del ser humano”. Y es que en la cocina se generan y construyen sentimientos incalculables de amor, pues no por gusto los médicos hablan del efecto “placebo”, como aquel que puede borrar o mitigar las más agudas dolencias o enfermedades.
El placer de comer y beber ha estado siempre ligado al amor que nace y se conserva a través del tiempo, que se alimenta con días de pasión, donde siempre está presente ese momento imborrable en el que comemos o bebemos algo unidos a la persona que amamos.
Muchas parejas guardan como tesoro incalculable la carta menú del primer restaurante que visitaron juntos, la botella de vino que disfrutaron en su primera salida o simplemente su corcho, y que decir de los chocolates, los cakes, el champagne y sus burbujas, las uvas, o el recuerdo del primer café tempranero que se tomaron junto a su ser más querido.
La vida amorosa de una persona pasa por etapas cruciales, y en todas ellas está presente como fiel acompañante la comida, la bebida, el humo embriagante de un buen habano o la figura diminuta y fría, pero alentadora, de una lata o botella de cerveza.
Toda este universo en torno al amor nos lleva a otra palabra estrechamente ligada a este: “maridaje”, la cual no es más que la unión, matrimonio o combinación perfecta entre comida y vino (la clásica), entre habano y destilados (la sublime), entre dos personas con química y algo más, lo mismo que hace falta para crear un plato único, un cóctel descollante, elaborar un vino mítico, torcer un habano colosal o enamorarse con la cocina en el recuerdo.
Hoy más que nunca se habla sobre los alimentos, olores y bebidas afrodisiacas, aunque soy del criterio que lo afrodisíaco va en la mente, en el qué, dónde y con quién vamos a comer, beber y por qué no maridar, nuestro espacio de tiempo.
Por eso los maridajes amoroso-culinarios arriesgados van acompañados de sensaciones y de una mística emoción que jamás se borra de nuestras mentes, de ahí que el amor vuele hasta ese instante, una y mil veces.
Y si está presente el vino, este constituye un vehículo increíble para unir parejas, pues desde siempre se ha ligado, en relación interna a Baco -el dios del vino- y a Eros –el dios del sexo- y no por gusto la botella de este elixir maravilloso lleva silueta de mujer.
Amor es también degustar tu plato favorito, tu vino de siempre y el habano que te hace sentir sensaciones diferentes. Y es que el amor entra por la cocina, pero además se mantiene con su calor…
muy buena la investigacion
I'm not sure exactly why but this website is loading extremely slow for me.
Is anyone else having this problem or is it a problem on my end?
I'll check back later and see if the problem still exists.
Credito
Por: Sommelier Yamir Pelegrino