Ketty Fresneda: Un viaje a la raíz

Creado: Lun, 07/10/2019 - 08:00
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Redacción Excelencias Gourmet
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Ketty Fresneda

Ketty Fresneda tiene carácter. Lo ha tenido desde siempre, pero solo hace un año, en 2018, toda España lo descubrió. También el mundo que tan atentamente miraba los tropezones y avances de esta chica en uno de los talent shows más mediáticos del orbe. Sí, es ella, la cubana temperamental que de médica en formación pasó a ser una cocinera indiscutible.

Hay que tener carácter para enfrentarse a 23 000 candidatos y clasificar, quedar luego entre las finalistas y cargar, desde sus cabellos expresivos, su facciones de modelo que prefirió trazar otra ruta para sí y su identidad ahora a medio camino entre Cuba y Europa, todo el peso de un país que nunca había llegado tan colosalmente a los estudios de MasterChef, y mucho menos quedado a solo unos pasos del triunfo absoluto. La VI temporada del programa fue trepidante —todas lo son—; sin embargo, para la isla grande, para esta mujer, tuvo un sabor especial.

Su historia, desde que concluyeran las emisiones que tan famosa la han vuelto,  se ha plasmado en disímiles periódicos y redes sociales, e incluso ha provocado más de un mito. Pero ella tiene las cosas bien claras en cuanto a su futuro se refiere, y también a su semilla. Verla sonreír ante una abuela emocionada por los triunfos de su nieta, ese guiño, permite intuir que hay mucho más que técnica y novedad en su culinaria, esa que la colocó en el Basque Culinary Center (primera universidad gastronómica de España) como premio a  sus esfuerzos.

Parece ser que el público le emociona, los retos, la tentación de probarse a sí misma. Y aunque puede ser muy comunicativa, en distancias cortas no siempre deja ver todo lo que encarna. Durante el recién concluido IX Seminario Internacional Excelencias Gourmet, tuvimos el privilegio de conectar con quien es Ketty realmente: una mujer que encontró en el más excepcional de los refugios el camino para triunfar.

¿Cómo se definió tu vocación por la cocina?

"Despegó cuando me marché a España y ya no tenía ni a mamá ni a la abuelita para que me cocinaran. Ahí empiezas a intentar a hacer los guisos que ellas te preparaban en casa, no salen igual pero sí con un gusto tuyo. Luego les llamaba por teléfono, les pedía la receta, lo intentaba y me ponía súper contenta cuando me salían ricos los frijoles o el guisito de carne. Como mi esposo tiene una cafetería, también le ayudaba y empecé a cocinar porque me aburría mucho al principio, cuando estaba estudiando (Nutrición). Así comencé a apasionarme por la cocina. Era como un refugio".

Y seguramente la familia diciendo: "aquí no lo hacías y mira allá...".

"Sí, en cierto modo, pero siempre tuve la guía, la inspiración de mi abuela, quien más que enseñarme, me despertó la curiosidad, me dejaba ver lo que hacía y de ahí poquito a poco comenzó a despuntar mi interés. Estoy segura de que para mi familia es hoy un orgullo que la receta de frijoles de mi abuela haya cruzado el charco, junto con esos truquitos suyos, la manera de hacer el sofrito, el sazón cubano, que nunca olvidaré.

"Creo que toda esa transmisión influyó en mis fundamentos. Al final, por mucha cocina moderna que intentemos realizar, es importante tener una base de cocina tradicional y la sazón de mi abuela ha sido esencial. Solo a partir de esos primeros contactos con la cocina se puede evolucionar". 

¿Cómo se forma una persona para ser MasterChef?

No se forma: tú te atreves a entrar, y una vez ahí dentro ellos te forman. Si acaso, para llegar al triunfo no debes tener vergüenza ante el público, pues estás cocinando en vivo, frente a jueces que son cocineros. Sobre todo debes tener muchas ganas de aprender, mucha ambición y autocrítica”.

Ahora que te estás enfrentando al éxito desde y por la cocina, ¿hay algún elemento por ser latina que te haya limitado? ¿O ha sido lo contrario?

"Las limitaciones son las que te hacen fuerte. Es verdad que a lo mejor sufrimos un estereotipo, sobre todo las mujeres; nos cuesta un poquito más de trabajo llegar al éxito sin que se nos asocie a la belleza o a lo que es el estereotipo femenino: ‘es guapilla, pues puede ir a modelar’, como muchas veces lo estuve escuchando, incluso cuando estudiaba la carrera de Medicina en la Isla, por cuatro años. Es difícil, porque tienes que estar constantemente dejando claro a qué quieres dedicarte. Siempre intentan darte atajos, por ello es importante tener las cosas bien claras, mantener un foco".

¿Qué es lo que define el triunfo: el talento o el conocimiento?

"Ni una cosa ni la otra. El triunfo lo define la humildad, porque si tienes mucho conocimiento pero no eres capaz de dejar que otras personas te sigan enseñando, al final te anulas. El triunfo lo define la humildad, sí. La capacidad de seguir intentando aportar ideas y ser autocrítico, recibir una aportación y ser capaz de anotarla. Y está también la ambición. Las ganas de seguir aprendiendo".

¿Qué es para Ketty Fresneda la cultura gastronómica?

"Tener conocimiento global. La cultura gastronómica incluye la historia del país o la región, la gente, el gusto de las personas, su capacidad para abrir el paladar a nuevas propuestas y, sobre todo, la disponibilidad de los productos. Tienes que contar con todo eso para conformar una cultura gastronómica. Por ejemplo, entre Italia y Cuba. ¿En Cuba las fiestas qué son? No pueden faltar bebida y música. Sin embargo, en Italia es lo opuesto: tiene que haber mucha comida, vino y en el caso de la música, como si no hay. Eso forma parte de la cultura gastronómica, tienes que saber, si vas a crear un concepto gastronómico, cómo lo vas a enfocar, las particularidades y características de la población también".

¿Cómo adaptarías ese concepto a tu sueño de abrir un restaurante?

"La gastronomía es embajadora de países, capaz de unir continentes, pueblos. Siento gran curiosidad por lo que ha dado mi tierra natal. Todo emprendimiento lleva profundización, innovación constante, adaptaciones y readecuación de viejas costumbres. En mi caso abogaría mucho por la cocina de aprovechamiento: el uso de los excedentes, revalorizar partes del producto que generalmente no aprovechamos; incluso manejo la idea de tener huerta propia, que aporte materiales frescos, aquello que seamos capaces de cultivar. Implica un cambio de mentalidad. En Cuba es común crear con lo que se tiene, en casa nuestras madres y abuelas son las verdaderas maestras de cocina, por eso hay que viajar a la semilla, recordar y reconectar con tu historia para poder evolucionar desde la sostenibilidad, el equilibrio, la investigación".

Ya llevas siete años en España. ¿Cuán difícil es reinterpretar la Isla si te estás convirtiendo en una fusión acelerada de ambas influencias?

"Sinceramente, al final, el cubano siempre va a ser cubano; y debe ser maldito aquel que reniegue de su cubanía. Yo siempre voy a ser cubana. Soy una cubana que resido en el exterior, pero es algo semejante a una enfermedad: aprendes a vivir con ello. La morriña, el gorrión, siempre lo vas a tener, porque siempre tendrás ganas de estar en tu país, solo que aprendes a lidiar con ello. Felizmente, España es un país que tiene muy buena relación con Cuba, así que es como tener una casita un poquito más alejada".

¿Y en la cocina, cómo lo manejas?

"España es bastante abierta a la sazón no solo cubana, sino latinoamericana. Es un país muy rico gastronómicamente hablando, por lo tanto, da la oportunidad de que los cocineros tengan espacio para hacer fusión, como es mi caso". 

Hace dos años no visitabas Cuba. ¿Cómo se reencuentra uno con la raíz?

"Estoy muy contenta porque lamentablemente en internet se están usando las redes sociales para maltratar la imagen de un país que siempre ha sido bonito, y estaba un poco triste porque no sabía qué situación me encontraría. Pero la realidad ha sido otra. Estoy felizmente sorprendida, a pesar de las limitaciones que estamos teniendo, de las circunstancias. Sigo encontrando un pueblo alegre, como somos nosotros: hay dificultades pero decimos ‘pa’lante’, con sonrisas, música, y ya está".

¿Desde el punto de vista culinario hay algo diferente?

"Me encanta la revolución gastronómica que veo en la Isla. Es algo que ya sucede en el resto del mundo: la cocina se convierte en algo más que un hobby y llega incluso a los niños. Estoy muy contenta de que estos cambios también estén llegando a Cuba en las preparaciones, el emplatado... Estoy súper impresionada con el giro que le están dando".

¿Tienes algún ingrediente o sabor preferido?

"Te diría que soy muy de torrefactos, de tostados, mantequilla de maní, caramelo, toffee, si hablamos de postre, y luego en salados me gusta mucho lo que es el mar, algas, mariscos..."

Y la nostalgia, ¿a qué sabe? ¿A qué sabe Cuba para ti?

"Ufff... a ron, a tabaco, y no es estereotipo. A mí me sabe a Mojito, a arroz con frijoles, yuca, tostones, cerdo bien frito, crujiente, con la grasita y el embarra’o; y luego todo eso con música, claro. No es un estereotipo, cuando tengo morriña de Cuba me apetecen los típicos tostones con la carne de cerdo, mi paladar incluso ya me pide tomarme el traguito de ron y ese olor a puro, porque me gusta fumarme un Habano... ¡Sí, para mí Cuba sabe a eso!".

 

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