Té, mucho más que una bebida

Creado: Lun, 12/10/2020 - 23:13
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Ivette Sedeño
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Te-infusuion

Se dice que el emperador chino Sheng-Tun, allá por el año 2737 (a.n.e), acostumbraba a beber agua caliente para cuidar su salud. Un día, paseando por su jardín, se sentó debajo de un árbol del cual cayeron algunas hojas a su humeante bebida. El gran señor probó aquel brebaje de color marrón y olor penetrante el cual, para su sorpresa, encontró tonificante y agradable. Había descubierto por casualidad el Té.

Cierta o no la leyenda, el Té es hoy una de las infusiones más conocidas en el mundo, con una historia de uso milenario; ya sea como bebida refrescante, vigorizante, o para el tratamiento de diversas afecciones estomacales y nerviosas. Incluso han formado parte de las creencias religiosas, ocasionado guerras y originado ceremonias propias, como las que se practican en lugares tan distantes y diferentes entre sí como Inglaterra, Rusia o Japón.

Té: La hora inglesa

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Seguramente el Té es la bebida más popularizada por los ingleses, por lo que sorprende que mucho antes de que llegara a Londres fuera famosa en Portugal. Si bien se valoraban las cualidades medicinales para el tratamiento de dolores de cabeza, epilepsia, cálculo biliar, letargia e incluso tuberculosis, el primer envío a Inglaterra, que venía desde Holanda, fue recibido con mucha desconfianza. Fue Catarina de Braganza, la esposa del rey Carlos II (1660-1685), que provenía de Portugal, la que introdujo con mucho éxito el culto a la tetera en los círculos de la corte de la nación británica.

Por aquel entonces se elaboraba cociendo algunas hojas de Té en agua (a veces durante media hora). Pasado un tiempo se le añadió azúcar. A menudo se mezclaba con vino, ponche caliente y dulce, así como licor de frutas. Sin embargo, pasaría un siglo antes que a alguien se le ocurriese añadirle leche.

La costumbre de tomar Té se ha hecho famosa en todo el mundo gracias al té de las cinco de Inglaterra. No obstante, solo existe un método realmente válido para la ceremonia del Té inglés. Una de las cuestiones más discutidas es qué debe verterse primero en la taza: la leche o la infusión. Pues bien, debe ser la leche, que además debe estar fría para no estropear el aroma de la bebida.

Primero se llena un recipiente con agua fría y se pone a hervir. Cuando hierve, se vierte en una tetera un poco de agua (para precalentarla), la cual posteriormente se desecha. En la tetera se introducen tantas cucharaditas de Té como tazas se vayan a tomar y una cucharadita adicional.

La tetera debe acercarse al recipiente con el agua caliente (nunca al revés) para que el agua no se enfríe. El agua no debe haber hervido demasiado antes de verterla sobre el Té.

La infusión se deja reposar unos cinco minutos porque en este tiempo las sustancias aromáticas alcanzan su mejor desarrollo, sin que se vuelva amargo. Antes de servirlo debe removerse.

El Té de las cinco es una oportunidad excelente para comer un pequeño tentempié entre las comidas fuertes. Por eso se sirve acompañado de pastelitos, galletas y mermelada de fresa. En las ocasiones especiales los ingleses también ofrecen panecillos con jamón y sándwiches con pasta de cangrejo, rodajas de tomate y queso rallado.

Ritual ruso

Un samovar es un hervidor de agua muy singular utilizado en Rusia para beber té. Los había en todas las formas posibles: redondos, cilíndricos y cónicos, de cobre o latón. Se empleaba gran tesón en cincelar cada una de las piezas que lo componían, que eran decoradas  con abundantes motivos y figuras.

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Samovar.

 

Los actuales tienen una apariencia bastante modesta  frente a sus nobles  antecesores. Son de hojalata y contienen una resistencia eléctrica espiral, a modo de calentador de inmersión. Los clásicos se activan con carbón de leña que se introduce ardiendo en el tubo calorífico. Después se le coloca una prolongación sobre el tubo hasta que cueza el agua. Cuando no salga más humo por la chimenea, se retira y se coloca el samovar sobre la mesa.

El té es un extracto fuerte que hierve en una tetera que reposa en la parte superior del samovar. En primer lugar, se sirve uno de esta tetera y, a continuación, se rebaja el extracto con agua hirviendo del samovar.

El té ruso original es el té del bosque. Para su preparación se recogen bayas secas, flores, pedúnculos, tallos y raíces de diferentes plantas. Las preferidas son las flores de jazmín, rosa silvestre y tilo, las hojas de menta y arándano encarnado y las bayas de arándano, mirtilo, serbal y majuelo. Para la elaboración se calcula una cucharada de té seco por cada litro de agua hirviendo.

Los rusos beben té a cualquier hora del día, acompañado de confituras, pasteles, pirogui dulces, croissants y miel. Tradicionalmente se sirve en vasos altos con asa de metal y se le añade rodajas finas de limón.

Espiritualidad nipona

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La ceremonia del té japonesa es un ritual desarrollado a partir del siglo XV. Este consiste en la preparación de té verde, su presentación y posterior degustación por parte de los invitados, siguiendo unas estrictas normas de protocolo llenas de espiritualidad y armonía.

Influenciada por el taoísmo y la escuela budista zen, esta ceremonia tiene como propósito lograr la purificación interior del individuo a través de la apreciación de lo sublime de la naturaleza. De ahí que deba considerarse como un proceso íntimo más que social.

En aras de alcanzar esa pureza espiritual es fundamental elegir bien el lugar de celebración, así como el entorno que le rodea. La ceremonia puede realizarse en el propio hogar, pero  originalmente se hacía en una casa de té (sukiya o chashitsu). Se trata de una pequeña cabaña de madera dividida en 3 habitaciones: un vestíbulo en el que aguardan los invitados, una antecámara donde se almacenan y preparan los instrumentos necesarios, y finalmente el propio salón del té. La construcción debe estar ubicada en un jardín japonés en el que las rocas, el agua, la luz y la vegetación contribuyan a lograr la abstracción espiritual.

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Casa del Té japonesa.

Los invitados (habitualmente cinco) acceden a la casa de té a través de un sinuoso sendero. En la sala de espera se les dispensa una taza de agua caliente, que será empleada nuevamente en la ceremonia, y tras esta primera toma de contacto regresan al jardín. Mediante el sonido de un “gong” el anfitrión le avisa del comienzo de la ceremonia. Los invitados lavan sus manos y boca en una fuente con el fin de purgarse, y luego atraviesan una pequeña puerta de entrada encorvados, como muestra de humildad.

Los huéspedes se descalzan y se ponen los tabi (calcetines tradicionales japoneses), abren su abanico plegable y contemplan el kakemono (objeto que se cuelga de la pared, generalmente una pintura o caligrafía) que se halla en un muro del tokonoma (habitación donde se cuelgan rollos desplegables con pinturas y otros objetos decorativos). Tras admirar la pintura, se inclinan ante el hornillo y proceden a tomar asiento frente al dueño de la casa, siendo el invitado principal el que se situará más próximo al maestro. Seguidamente se realizan las correspondientes reverencias, y el anfitrión sirve el kaikesi o comida ligera.

Tras el kaikesi, los comensales se retiran a un jardín interior para descansar. Varios tañidos de “gong” advierten el comienzo de la siguiente etapa, el goza-iri, lo que implica una nueva purificación y la veneración de un arreglo floral que también ha sido colocado en el tokonoma.

De nuevo en el salón del té, el anfitrión muestra los instrumentos que serán utilizados para preparar y servir el brebaje: el brasero, la tetera (chawan), el agitador de bambú (chasen), el cuenco para el agua sobrante, una cuchara y la vasija para el té. Tras limpiar estos objetos con un pañuelo, se hierve el agua y se sirve en cada cuenco junto con varias cucharadas de té matcha o koicha (té espeso). El maestro remueve la mezcla con el agitador hasta adquirir la consistencia deseada, y de este modo el té está listo para ser servido.

El invitado ase la taza con la mano derecha mientras que coloca la palma izquierda bajo la misma, da pequeños sorbos y limpia el borde del recipiente con unas servilletas del papel. Se la pasa al siguiente invitado quien realiza la misma operación hasta que han bebido todos.

Finalmente, en la última fase de la reunión, se sirve el té ligero o usucha, más espumoso que el koicha. Cada convidado debe consumir el contenido íntegro de la taza. Una vez que haya pasado por todas las manos, el anfitrión guarda los utensilios y despide a sus huéspedes, con lo que concluye el ritual.

Esta detallada descripción corresponde a una ceremonia del té completa (Cha-ji), que puede alargarse hasta cuatro horas. Una reunión sencilla se reduce a la toma del último té y se extiende aproximadamente una hora.

En cuanto al protocolo, existen unas normas precisas. A lo largo del rito, los delicados movimientos de las manos y del cuerpo, tanto del anfitrión como de los invitados, están perfectamente definidos (llegando a sumar aproximadamente 300 posiciones en una ceremonia formal). Asimismo esta debe realizarse en completo silencio, alterado únicamente por el sonido del agua hirviendo en la tetera o el golpeo de la cucharilla al verter el té en el cuenco.

El vestuario y la decoración también siguen unas pautas. La pintura de los muros del salón y los quimonos deben presentar tonalidades suaves, que no desentonen con la armonía que reina en el lugar.

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