Mientras en España las uvas marcan el ritmo de la medianoche, otros países europeos despiden el año con platos cargados de simbolismo, tradición y superstición. De las lentejas italianas a los dulces rituales escandinavos, así se celebra el Fin de Año en las mesas del Viejo Continente.
Las uvas de Fin de Año: el ritual que no se negocia en España
Pocos rituales navideños están tan arraigados en España como las uvas de Fin de Año. Más allá del menú, cuando el reloj marca las doce, el país entero se sincroniza con las campanadas. Esta tradición se consolidó a comienzos del siglo XX, impulsada por una cosecha excepcional de uva y convertida desde entonces en símbolo de buena suerte y prosperidad.
Pero ¿qué ocurre más allá de nuestras fronteras?
Italia: lentejas para atraer riqueza
En Italia, el protagonista absoluto del Fin de Año son las lentejas, asociadas a la abundancia económica. El plato más común es el lenticchie con cotechino o zampone, un guiso de lentejas cocinadas lentamente con verduras y servidas junto a embutidos de cerdo. Cuantas más lentejas se comen, dice la tradición, mayor será la prosperidad del año entrante.
Francia: ostras para celebrar
En muchas mesas francesas no faltan las Huîtres du réveillon. Ostras crudas sobre hielo, acompañadas de limón o vinagreta de chalota. No tienen un significado supersticioso concreto, pero representan lujo, celebración y ocasiones especiales.
Alemania: cerdo y carpa para la buena fortuna
En Alemania, el cerdo es sinónimo de prosperidad. Platos como el codillo asado con chucrut son habituales en Fin de Año. En el sur del país también se consume la Karpfen blau, una carpa hervida en caldo avinagrado que adquiere un característico tono azulado y simboliza buena suerte.
Grecia: la suerte se corta en porciones
El Año Nuevo griego comienza con la Vasilopita, un bizcocho o pan dulce que esconde una moneda en su interior. Se corta el 1 de enero y quien encuentra la moneda tendrá fortuna durante todo el año. Un ritual que combina repostería, tradición y superstición.
Rusia: la ensalada que simboliza abundancia
La ensalada Olivier es imprescindible en la Nochevieja rusa. Patata, zanahoria, guisantes, huevo, carne y mayonesa forman un plato pensado para compartir, símbolo de abundancia y celebración. Su versión original, creada en el siglo XIX, incluía ingredientes de lujo como caviar y trufa.
Polonia: chucrut y estofados de invierno
En Polonia, el Fin de Año sabe a Bigos, un estofado espeso de col fresca y fermentada con diferentes carnes, setas y especias. Es un plato asociado al invierno, la abundancia y las reuniones familiares. En algunas regiones también se consume carpa.
Países Bajos: buñuelos contra los malos espíritus
Los oliebollen, bolas de masa frita espolvoreadas con azúcar glas, son el símbolo gastronómico del Fin de Año holandés. Antiguamente se creía que la grasa protegía de los malos espíritus del invierno. Hoy son un clásico popular que se comparte en casa, ferias y mercados.
Dinamarca: una torre de almendra para despedir el año
El Kransekage, un pastel de almendra en forma de torre, es el cierre dulce de la Nochevieja danesa. Cada invitado corta un trozo mientras se brinda por la prosperidad del nuevo año. También es popular en Noruega.
Escocia: el pastel más oscuro del Año Nuevo
El Black Bun, un pastel denso de frutas secas, especias y whisky envuelto en masa quebrada, se consume durante el Hogmanay, la celebración escocesa de Fin de Año. Es parte del ritual del first-footing, en el que la primera visita tras la medianoche trae buena suerte.
Más allá de supersticiones y recetas, todas estas tradiciones comparten una idea común: comer juntos para atraer prosperidad, celebrar la vida y comenzar el año con buen augurio. Cambian los platos, pero el mensaje es universal.