Inglaterra. En 1969 el Príncipe Charles tenía apenas 21 años. Su madre, la Reina de Inglaterra, le regaló entonces un Aston Martin DEB5, un coche que está como primero en la lista de cualquier inglés que se considere elegante y deportivo.
En aquel entonces, el heredero joven no perdió la posibilidad de posar delante de los "paparazzi", con su coche deportivo convertible. Esta imagen del príncipe le convirtió en tal icono, y se hizo tantas fotos de estos momentos, que hasta colocó a su futura esposa, la Princesa Diana, posando provocativamente en la capucha del coche.
Ahora, sin la Señora D, pero con el mismo amor por su juguete, Charles todavía conduce esta versión del coche, el mismo con el cual Sean Connery se llenó de fama en la película Goldfinger.
Pero hoy el coche ha sido transformado: a fin de reducir el 18 % de sus emisiones de CO2 el motor tuvo que ser adaptado al uso del combustible bioethanol, producido con vino blanco y una adición sacada de un subproducto de la elaboración de queso.
Según The Times, aquellos que le ven ir en coche por las calles de Londres dicen que el coche realmente huele como el vodka.
El príncipe de País de Gales gastó más de 6 300 euros para la conversión del motor de su Aston Martin, que pertenece a su colección de coches, la cual incluye dos Audis, dos Jaguares y un Land Rover.
Michael Peat, el secretario privado principal del príncipe heredero, explicó a la prensa que el vino usado como combustible viene de la propia viña de la familia, ubicada en el condado Wiltshire.
