Slow Food ha celebrado este pasado fin de semana, en la ciudad china de Chengdu, su séptimo Congreso Internacional. El importante evento ha reunido a un gran número de delegados de todo el mundo: en total han sido más de cuatrocientos activistas alimentarios, procedentes de noventa países.
Un encuentro internacional en el que la organización Slow Food ha planteado sus principales desafíos para los próximos años: Defender la diversidad en todas sus formas, trabajar para reducir las desigualdades y para garantizar un acceso a los conocimientos para todos.
“Este Congreso reafirma nuestro rechazo al actual modelo de desarrollo”, comentan desde la organización. Y es que, en estos días de trabajo en la ciudad china de Chengdu, los testimonios de la red de Slow Food y Terra Madre han confirmado que ya existen modelos alternativos exitosos, y que con la comida se puede cambiar el mundo.
Slow Food en defensa de la diversidad
Además, la joven red de Slow Food en China ha emprendido también este camino con decisión, y esto supone un factor extraordinario si tenemos en cuenta la cantidad de desafíos futuro en los que este país podría desempeñar un papel decisivo. Así lo expresó Carlo Petrini durante el discurso de clausura del Congreso que lo reconfirmó como presidente ante los 400 representantes de la red de 90 países.
“Revitalicemos la red, las empresas justas, a pequeña escala: en el ámbito local es donde tenemos la fuerza y el poder para incidir. Desde hace trece años, la red de Slow Food la conforma Terra Madre. Mantengámonos del lado de los más humildes, apoyémoslos en los campos, defendámoslos en los mercados de campesinos, reforcémoslos con la alianza entre cocineros y productores”, fue una de las principales conclusiones del encuentro, convertida en desafíos de la organización para los próximos años.
Declaración de Chengdu
En la parte final de estos días de trabajo, el Congreso aprobó la
Declaración de Chengdu:
- La necesidad de luchar para garantizar, a todos, un acceso a la comida buena, limpia, justa y sana.
- El acceso al conocimiento como un derecho común y la misma dignidad para los conocimientos tradicionales y académicos.
- El rechazo a cualquier exclusión de carácter político, económico y social.
- La protección del medio ambiente como principal prioridad de nuestra actividad también a través de campañas.
- La necesidad de reafirmar que la diversidad es la mayor riqueza que tenemos como seres humanos y como colectivo.
- La voluntad de afrontar a todos los niveles la repartición desigual de las riquezas y de las oportunidades.
El Congreso también encargó al nuevo grupo directivo definir durante los próximos tres años una profunda reestructuración organizativa en términos de inclusividad y de apertura.
La directiva que permanecerá en funciones hasta el año 2020 está formada por 43 consejeros en representación de 32 países. Se han confirmado los miembros del Comité ejecutivo, (Carlo Petrini, presidente; Paolo Di Croce, secretario general; Alice Waters (EE. UU.) y Edward Mukiibi (Uganda), Richard McCarthy (EE. UU.), Ursula Hudson (Alemania), Joris Lohman (Países Bajos) y Roberto Burdese (Italia), además de Georges Schnyder (Brasil) y Qun Sun (China) en representación de América Latina y del continente asiático, que no estaban incluidos en el Comité ejecutivo anterior.
Además de la Declaración de Chengdu, se han votado también seis mociones del Congreso fruto de un intenso trabajo colectivo:
- El cambio climático, nuestras elecciones alimentarias, la agricultura que queremos.
- África de Slow Food y Terra Madre.
- La biodiversidad, los saberes, la comunidad y la cultura que queremos defender y apoyar.
- Los conocimientos de los pueblos indígenas, aliados clave para enfrentar los desafíos globales.
- La transmisión de saberes, el acceso al conocimiento, la “Universidad difusa.
- El plástico en los ecosistemas del planeta: una amenaza para nuestra comida y para nuestra salud.
El Congreso confirmó también su compromiso con la campaña Menú para el Cambio, lanzada en su inauguración “para llamar la atención sobre el problema del calentamiento global y su relación con la producción y el consumo de alimentos como prioridad para toda la red”.
Fuente: Diario de Gastronomía