Más de un siglo de tradición en el cultivo del coco llega a la modernidad de la mano de la empresa Aromás de Baracoa. Una tierra bendecida por el agua de ríos místicos, acurrucada entre las montañas de la Sierra Maestra y la brisa del Mar Caribe, condiciones naturales a las que se suma un plan de desarrollo y financiamiento para ampliar sus cultivos ancestrales y ponerlos al alcance del mundo.
La visión comercial de la Empresa Aromás, Agroforestal y Coco de Baracoa inició con un estudio para mecanizar las cosechas. Antes que concluya el 2018 comenzará a funcionar una moderna planta para destilar aceite de coco en diferentes concentraciones, un producto esencial en la industria cosmética y en el arte culinario.
Tras el paso de dos grandes huracanes, Aromás amplió la línea de productos a más de ocho renglones, en una movida comercial que los sacó airosos de las afectaciones que devastaron miles de hectáreas. La concha del coco, por ejemplo, se utiliza para hacer carbón activado, la madera y las hojas son esenciales en la estructura de los viveros. A través de las minindustrias locales se producen bloques de sustrato que mantienen la humedad por lo que favorecen los cultivos en épocas de sequía.
Unas tres mil 500 familias en Baracoa se dedican al cultivo de los cocoteros. El paso de los siglos ha sellado la relación especial entre la planta y los pobladores. Los visitantes de la primera villa fundada por los españoles en Cuba, pueden degustar más de 20 platos elaborados con el aceite o la leche del coco.
Sólo en Baracoa cualquier habitante puede recitarle la receta del calalú, del pescado carué con leche de coco, o del cucurucho de dulce cocinado con frutas y miel que se distingue por su estuche rústico de hojas de yaguas y tapa de cáscara de plátano. Esta tradición sustenta la proyección de la Empresa Aromás, cuya labor de comercialización y ampliación de los productos ya existentes se revierte en el progreso de las familias y la centenaria ciudad.