Tacones ¿lejanos? Mujeres en el bar

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Melbys Nicola
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mujeres en el bar-bartender

Había una vez una chica que no creía en dragones ni rescates, que gustaba de las hierbas, las esencias y se le daban bien las pócimas. Había una vez una chica que decidió probar camino en un terreno exclusivo de los hombres, y triunfó. Había una dama..., o varias, que prefirieron arriesgarse y saltar detrás de la cantina y ahí se apasionaron. Hoy esas mujeres en el bar hacen historia, o mejor dicho, cocteles, y son buenísimas, sin marca de género, felices para siempre.

Pero no siempre fue así. Aunque la labor del bartender atraviesa siglos —con más o menos especialización, recursos, denominaciones, fama o tendencias en boga— no ha sido común en la historiografía de los bares encontrar, al menos explícitamente, una marca de mujer. Algunos nombres como el de Ada "Coley" Coleman empiezan a resonar solo a principios de este siglo en Londres y Estados Unidos (ambos polos innegables de la coctelería alrededor del mundo) y si hubo un repunte femenino en esas fechas, muy pronto la controvertida Ley Seca y las rudas leyes antimatriarcales limitaron toda posibilidad.

Tendrían que llegar los tardíos ´90 para que comenzara a verse en los núcleos internacionales una avanzada en toda regla. Aun así, siempre persistió (y lo más triste es que aún rezaga) el prejuicio de que una mujer detrás de la barra era un objeto decorativo (entiéndase erótico) o, cuando más, una mesera equivocada de posición. Incluso en innúmeros casos esta actividad es vista todavía como una ocupación transitoria en la cual la chica en cuestión está inmersa solo para financiar una verdadera carrera, una profesión "seria".

Sin embargo, las féminas han continuado su persistente escalada hacia una real valorización de sus capacidades, su carácter, su identidad y, apoyándose mutuamente, comenzaron a salir de las cocinas o de profesiones tan disímiles como el diseño y hasta la danza, para experimentar con las bebidas, crear combinados que llevaran su huella, rescatar clásicos, engendrar novedades, romper paradigmas y alzarse como mixólogas en todo su poderío.

Quien recorra las opiniones de las barladys más ranqueadas del orbe en estos días encontrará muchas referencias a la discriminación de género, el acoso sexual que han padecido, los retos de enfrentar horas insanas, clientes extremadamente incómodos, jefes de la estirpe de Poncio Pilatos y también la gran disyuntiva entre ser cantineras o madres porque, al menos hasta la fecha, en la mayoría de los casos ambos estadios son temporal y espacialmente incompatibles.

Pero también en estos derroteros se habla mucho de amor, de tesón, magia, voluntad, estudio constante, aspiraciones, desafíos, logros, pasión...y, sobre todo, sensibilidad. Muchas (y ya muchos) defienden que las damas aportan sutileza, empatía, belleza y elegancia al servicio y el trabajo en la cantina, además de un afinadísimo gusto en las mezclas, sin dejar a un lado el atrevimiento de quien confía en sus conocimientos, su técnica, su esfuerzo, su recorrido. Y es esta una realidad cada vez más notoria. De hecho numerosas mujeres en el bar están descollando como líderes en los últimos certámenes mixológicos internacionales.

  • En 2015 Ivy Mix fue proclamada Mejor Bartender de EE.UU.
  • Por su parte, Mafer Tejada ganó por México en dicha fecha.
  • Adriana Chía quedó elegida como titular de España en 2016.
  • Jennifer Le Nechet resultó Mejor Bartender del Mundo en el World Class Competition by Diageo Reserve 2016.
  • La canadiense Kaitlyn Steward se alzó con igual reconocimiento en el certamen de 2017.
  • En La Habana, Capital Iberoamericana de la Coctelería 2018, Bárbara Betancourt fue elegida para competir por la isla en el Gran Prix Internacional de Coctelería Havana Club. Finalmente, la francesa Ninon Fauvarque se alzó como la primera mujer ganadora absoluta en la historia del evento.
  • En términos grupales, Lynnette Marrero es co-creadora del Speed Rack, una competencia femenina de mixología que ha alcanzado también relevancia exponencial.

Así pues, con paso lento, pero determinado se afianza la idea de que este es un sector de conocimiento, creatividad, personalidad; no de mera apariencia. Más que una avanzada feminista, hablar de la presencia de "ellas" en la coctelería significa una dilución de los géneros: es elegir el "qué" y el "cómo" sobre el "quién". El tema no va de si es hombre o mujer quien prepara tal o mas cual bebida, sino de su calidad, perspicacia y maestría para convertir la experiencia de un trago en algo que sintonice con necesidades emocionales, sacie apetitos, desmitifique reglas de consumo o incluso sea capaz de promover otros nuevos.

Aunque el canon social/moral lo haya enraizado, la vida demuestra día a día que no existen tragos femeninos o masculinos per se. Más que géneros hay individualidades. Ni bigotes ni lápiz labial importan tanto cuando de un buen drink se trata. Delante o detrás de la barra solo una cosa ha de señorear: el disfrute y, por supuesto, los cocteles, el ambiente, la historia y una buena razón para brindar.

Foto: Havana Club

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Melbys Nicola