Key West, en los tempranos años 30, era una solitaria isla de nueve millas cuadradas contando con una población de poco más de 11,000 habitantes. A los nativos se les llamaban "conchs"; convivían con población negra procedente de Bahamas y cubanos, muchos cubanos. Ya desde los años 20, Key West era más cubano que norteamericano: los "conchs" ocupaban el sitio inferior de la sociedad; se alimentaban, fundamentalmente, de la pesca, tesoro natural de esas costas norteñas.
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Todo estaba en manos de los cubanos debido a la actividad de las fábricas de tabaco radicadas allí desde el siglo XIX, lo cual sustentaba la economía de la Isla. No fue hasta marzo de 1938 en que Key West se conectó a la tierra firme de La Florida, con la terminación de la autopista "The Oversear Higway" , arteria prodigiosa para el lugar por donde comenzó a transitar la productiva sangre del turismo hacia las bondades de los cayeríos del sur floridano, llena de especies marinas e incomparables bellezas naturales.
En 1928, procedente de Francia, con una escala técnica en La Habana, llega en el vapor ORITA, Ernest Hemingway, con el fin de radicarse a vivir en Key West, acompañándolo su esposa Pauline, en estado de gestación. Se instala en una vivienda de la calle Whitehead, número 907 (hoy otro museo Hemingway). En esa casa, el famoso escritor, termina "Adiós a las armas", creó las primeras historias de "Tener o no tener", comenzó "Por quién doblan las campanas" y escribió "Las nieves del Kilimanjaro".
Durante esos años entabló una estrecha, profunda y perdurable amistad con Joe Russell, originario de la isla, singular personaje del que tomó prestado parte de sus intrepideces para el protagonista de su novela "Tener o no tener", Harry Morgan. Pero más adelante volveremos sobre esta fascinante relación.
Corría el año 1932 cuando Hemingway exploraba, por vez primera, las costas cubanas en busca de un escenario perfecto para ejercer su pasión por la pesca de altura (Big Game Fishing). La corriente del Golfo era el sitio ideal para la pesca de la especie de "pico", conocida como agujas o merlines. Lo acompañaba, en estas lides investigativas, su amigo Joe Russell, apodado Josie Graunts (Pepe el ronco), contrabandista de alcohol, especialista en navegación y comercio alternativo. Fue Russell quien puso en manos del escritor el primer carrete de pita catalana y se ufanaba de ser el maestro de pesca de su mejor alumno, Ernest Hemingway. A manera de ilustración de las hazañas de "Josie", escribió Hemingway: "Una vez llevó de Cuba (a Cayo Hueso) el mayor cargamento de licores que se ha conocido".
Ya con el conocimiento de las zonas de pescas cubanas, eran cada vez más frecuentes las visitas de Hemingway a La Habana, las que aprovechaba para estirar las piernas y refrescar la garganta con el genuino ron cubano. En esas andanzas etílicas lo acompañaba, reiteradamente, el ronco "Josie" y, en sus itinerarios bebestibles, incluían el Sloppy Joe como punto de un alto en el camino. En una de esas incursiones, Hemingway le sugirió a Joe que abriera un bar parecido en Key West. Así, el 5 de diciembre de 1933, nació el óvulo para el hermano norteamericano del Sloppy Joe: Russell abrió un bar en un antiguo garaje de carrozas fúnebres, situado en la calle Greene, que según dicen las crónicas, primero le llamó "The Blind Pig" (El cerdo ciego), y después "The Glass Sliper" (La braga de cristal). Se asegura que Hemingway, cliente habitual del lugar, se inspiró en ese local y lo llamó "Bar Freddy´s” en su novela "Tener o no tener". En 1937 Russell, sorpresivamente en una sola noche, mudó su bar unos 50 metros hacia las esquinas de Greene y Duval donde permanece desde entonces y es cuando, definitivamente, le cambia el nombre por el de Sloppy Joe. Es seguro que dentro de esa decisión estaba la mano oculta de Hemingway que le facilitó a Russell $5,000 dólares para abrir el nuevo bar. El escritor hizo del lugar, punto de reunión de su llamada "mafia literaria", compuesta por figuras como John Dos Pasos, Waldo Pierce, J. B. Salinger y Hamilton Adams, entre otros.
El originario local es adquirido, entonces, por el "capitán" Tony Tarracino, bautizando al lugar "Capitan Tony´s Salon" y agregándole la coletilla de "El original Sloppy Joe"
Joe Russell murió en 1941 de un ataque al corazón a los 53 años de edad y, ya entonces, el "Sloppy" había sido comprado por una organización comercial. La amistad entre "Josie" y Hemingway se mantuvo inalterable hasta el final; aún ya muy desmejorado, el novelista lo llevaba a sus pesquerías en calidad de invitado de honor.
Key West, hoy día, recibe más de tres millones de turistas que invaden su pequeño territorio por la remozada autopista o por los múltiples cruceros que hacen escala y disfrutan de sus abundantes ofertas para el ocio, entre ellas no puede faltar una visita al Sloppy Joe el cual abre sus puertas diariamente hasta las 4 am y en él siempre algo está sucediendo. El salón tiene las paredes repletas de fotos de Hemingway y numerosos detalles que testimonian la presencia del novelista en el lugar. El protagonismo de la música en vivo (incluye todos los géneros), sus exóticas bebidas (daiquirí, mojito, cubalibre, cerveza y todo tipo de alcoholes), y sus apetitosos menús incluyen platos tradicionales de Key West, como el Key lime pie, además de "tapas", hamburguesas, sándwiches, ensaladas y pizzas lo convierten en un rincón imprescindible de conocer. También cuenta con una tienda que vende artículos de suvenir alegóricos, con más de 300 productos con el logo del "Sloppy".
Cada mes de julio se celebran los días de Hemingway. El evento, además de en el "Sloppy", se ha expandido por otros sitios de la ciudad que incluyen programas literarios y concursos de pesca. Pero el más divertido y curioso es el concurso "Parecido a papa" y consiste en elegir al concursante que más similitud física tenga con el novelista. En él podemos ver personas con barbas blancas y constitución corporal semejantes al de Hemingway: un homenaje noble y de recordación al novelista, que termina, además de la premiación, con los excesos que hicieron también famoso al homenajeado: "Una soberana borrachera".
Si caminamos unos pocos metros, por Greene Street, tropezaremos con el "Capitán Tony´s Salon" que anuncia con orgullo su famoso eslogan: "El original Sloppy Joe".
Nos parece interesante compartir con los lectores que, en visita realizada por el autor de estas notas a ese bar, se observa todo el techo tapizado por prendas íntimas de mujer sobre todo bragas, dejadas allí por clientas que han querido, de esa peculiar manera, hacer constancia personal de lo bien que la pasaron en el antiguo "The Glass Sliper".
El reclamo comercial, agregado astutamente por el capitán Tony, ha abierto una controversia con la empresa que opera actualmente el "Sloppy", la cual ha terminado en las cortes pues se reclama (no sin razón), que la coletilla tiende a confundir a los millones de turistas que visitan Key, sobre cuál es el verdadero Sloppy Joe.
Como hemos visto, en lo hasta aquí contado (cercanos geográficamente pero alejados por distintas contingencias y orígenes), estos famosos bares están mancomunados por singulares personajes que han tejido sus historias (algunas referidas aquí, otras en el imaginario popular), que pueden haber sucedido o no, pero, cómo dudar de algunas de ellas signadas por épocas tan llenas de aventuras y desventuras. Lo que es indudable es que son Bares con Historia. ¿Quién lo puede dudar?