Sevilla tuvo que ser

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Alfonso Marín Caffarena
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Y Sevilla tuvo que ser... Nombrada recientemente Capital Iberoamericana de la Cultura de la Tapa por la Academia Iberoamericana de Gastronomía (AIBG), la capital de Andalucía es históricamente el "kilómetro cero" del tapeo. Desde hace cinco siglos, a través de su puerto en el rio Guadalquivir, el único rio navegable de España desde tiempos ancestrales, llegaron desde el contienente americano y se enviaron, los productos y alimentos que revolucionaron la gastronomía mundial. Productos que alimentaron una forma diferente de interpretar la gastronomía, la tapa.

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La cultura de la tapa, no solo consiste en tomar pequeñas porciones de degustaciones gastronómicas en platos pequeños, de pié o sentado, de un solo bocado o en dos, y a precios asequibles. La cultura de la tapa es una filosofía de vida, ejerciendo cada individuo con absoluta libertad la posibilidad de hacerlo a mediodía, tarde o noche. Departiendo una conversación entre sevillanos y foráneos. Teniendo en la mano una bebida y en la otra degustando la tapa que más apetezca, repetirla o decidir alternar uno, tres o cuatro locales diferentes en el tramo horario que le apetezca. La cocina de la libertad tan defendida por Rafael Ansón, Presidente de la AIBG, elevada a la máxima potencia.

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Miembros de la Academia Sevillana de Gastronomía. De izquierda a derecha Antonio Colsa, Almudena Sainz de la Maza Ybarra, Pedro Sánchez Cuerda, Juan Andrés, Haurie, Alfonso Marín Caffarena, Cayetano Gómez, Julio Moreno, Edmundo Hernández, Rafael Marín Montilla, Ignacio Candau, Emilio Lechuga, Francisco Ortiz, José López, Alba y Manuel Manosalvas.
 

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En la reciente visita a Sevilla de un nutrido grupo de representantes de la Academia Internacional de Gastronomía (AIG), la Academia Sevillana de Gastronomía tuvo la ocasión de ejercer de anfitrión y practicar esta filosofía gastronómica que forma parte del estilo de vida de los sevillanos. Tapas en locales tradicionales como Becerrita, a través del cual pudieron degustar su brillante ensaladilla de gambas o un excepcional tarantelo de atún rojo salvaje en manteca; La Abacería de San Lorenzo con un inigualable potaje de garbanzos de Escacena con cola de toro o un steak tartar de lomo de novillo bravo; Casa Robles y su exquisita "pringaita" sobre pan de cristal; La Taberna del Alabardero y su sorprendente melón al oloroso, camarones de Veta La Palma y jamón o su original gazpacho de maíz, queso de cabra Payoya y atún curado; el restaurante Rio Grande con sus excepcionales vistas a la ciudad, donde degustar su foie mi-cuit con frutos rojos y camarones tandori o una delicada tapa de roca de carrillada ibérica en su propio jugo; o la vanguardia de un local como La Azotea, donde sorprendernos con un guiso de choco de trasmallo al pan frito con habitas o una original y novedosa "Carne mechá" de cabeza de lomo ibérico con helado de piparra; o la excepcional ocasión de disfrutar de un local como Ispal que reune los sabores de la provincia de Sevilla, difícil de destacar alguno por ser todos brillantes, pueden apuntar la versión de autor de gambas al ajillo, el estofado de guisantes baby de Coria del Rio, bacalao negro, setas con trufa negra o una lubina de esteros de la Puebla del Rio entre otras muchas de sus excelentes tapas de su completo menú sevillano.

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Visita de la AIG al Restaurante Ispal en Sevilla. De izquierda a derecha Alfonso Marín Caffarena, Vicente Taberner, propietario de la Bodega Huerta de Albalá y Antonio Bort, Chef ejecutivo restaurante Ispal, atendiendo las conclusiones de Jacques Mallard, presidente de la AIG.
 

Si a ello le sumamos un excepcional Jamón Ibérico de la Casa de Alba o los inigualables postres de Manu Jara, entonces usted podrá presumir de haber degustado exactamente las mismas tapas que tuvieron ocasión de disfrutar los miembros de la Academia Internacional de Gastronomía en Sevilla.

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Alfonso Marín Caffarena