La cuarta S y el Coronavirus

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José Carlos de Santiago
Categoría
gastronomia

En estos días vivimos una experiencia que supera la satisfacción y casi llega a la ficción; nos lleva a recordar esas películas apocalípticas que tantas veces hemos podido ver en el cine desde hace décadas y que anunciaban pandemias que destruían el mundo. El Coronavirus crea una situación de esas que nos debe hacer reflexionar.

Aunque la modernidad imponga su ritmo frenético, el verdadero placer requiere de otro tempo, otros ritos, una sincronía entre el bienestar espiritual y físico que merece disfrutarse con pausa. ¿De qué otra forma puede vivirse una experiencia gourmet memorable, única, si no es compartiendo a plenitud y sin prisas el goce de la buena mesa? Sobre todo, hoy, cuando en el sector de la restauración tiene tanta importancia un exquisito menú, como los componentes intangibles que marcan la diferencia en un establecimiento gastronómico.

Cada cultura interpreta esta satisfacción de una forma diferente, aunque sí es claro que busca en sus experiencias generar la estimulación de los cuatro sentidos. El mundo oriental es un especialista en esta búsqueda y su expresión más profunda, el uso de alimentos atípicos para la cultura occidental, en ocasiones no nos parece agradable, pero es solo hasta que lo probamos. La cocina que incluye en su dieta los insectos, murciélagos y otros animales o partes de ellos también conlleva sus riesgos. Podríamos decir que parte de la recolección o captura de estos animales, se hace de una forma natural, sin control sanitario y por lo tanto genera importantes riesgos, lo cual, sumado a la globalización, puede generar el letal resultado de la situación que hoy vive el mundo y es transmitida desde China.

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Cuando lo orgánico está mal controlado, se convierte en un riesgo; el murciélago se supone a día de hoy que ha sido el causante de la transmisión del coronavirus, posiblemente al cocinar este animal para la realización de sopas. Por eso la revisión sanitaria de alimentos es tan importante.

Llegando de nuevo a la parte natural e histórica de la cuarta S y buscando que una comida sea satisfactoria, para muchos comensales, parte de ese deleite tiene en la sobremesa un momento sublime, de intercambio, de sociabilidad, con una dimensión profundamente humana. Es ese tercer tiempo después del postre que culmina, como ningún otro, un almuerzo o una cena, y aún más si viene acompañado de un puro, un chocolate, o bebidas como el café, los licores, destilados y cocteles digestivos.

Hace más de un siglo, el francés Brillant-Savarin, autor del primer tratado de gastronomía, reconocía que "después de una buena comida, el cuerpo y el alma gozan de un bienestar especialísimo".  Y mucho antes, Séneca ya aseguraba que ningún bien se disfruta sin compañía.

En la sobremesa, ese acto de comunión adquiere, quizás, su mayor trascendencia; por el espacio de convivencia que genera y por la conjugación de aromas y sabores que alargan el placer de la charla, del disfrute gastronómico.

Una sobremesa gourmet no estaría completa sin los mejores puros Premium del mundo, que anualmente atraen hasta la capital cubana a cientos de participantes a un exclusivo evento: el Festival Internacional del Habano. Este año el evento celebra su vigesimosegunda edición para complacencia de los aficionados al rey Habano, protagonista indiscutible de ese tiempo de distensión en torno a las mejores mesas.

Un alto imprescindible para  la conversación amena, con todos los sentidos prestos al disfrute, puede ser uno de los regalos más preciados que nos reservemos en el comienzo de esta nueva década. Enaltecer el espíritu y, como amerita un puro de auténtico linaje, dejarnos seducir por los encantos de ese momento especialísimo del que hablaba Savarin. Buen provecho, y aun major lectura.

Fuente: Revista Excelencias Gourmet No. 72

Credito
José Carlos de Santiago