Poesía contra toda contingencia

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Jesús David Curbelo
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poesia-gastronomia

Grandes poetas iberoamericanos nos enseñan que parte del alimento espiritual que proporciona la poesía reside, también, en los actos en apariencia menos elevados espiritualmente de comer y beber. A modo de ejemplo, y como una manera grácil de celebrar el Día Mundial de la Poesía, hoy que tanta falta nos hacen el humor y la fe, les comparto estas piezas de Baltasar del Alcázar (Sevilla, 1530-Ronda, 1606), Luis de Góngora (Córdoba, 1561-1627) y Jorge Luis Borges (Buenos Aires, 1899-Ginebra, 1986), en las cuales sus autores nos invitan a la mesa para olvidar los fracasos amorosos, los avatares de la política y la vida cortesana o de la historia y sus fugaces entresijos. Comamos, bebamos y deleitemos nuestro espíritu con estas joyas de nuestro idioma.

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Tres cosas

Tres cosas me tienen preso
de amores el corazón,
la bella Inés, el jamón
y berenjenas con queso.

Esta Inés (amantes) es
quien tuvo en mí tal poder,
que me hizo aborrecer
todo lo que no era Inés.

Trájome un año sin seso,
hasta que en una ocasión
me dio a merendar jamón
y berenjenas con queso.

Fue de Inés la primer palma,
pero ya júzgase mal
entre todos ellos cuál
tiene más parte en mi alma.

En gusto, medida y peso
no le hallo distinción,
ya quiero Inés, ya jamón,
ya berenjenas con queso.

Alega Inés su beldad,
el jamón que es de Aracena,
el queso y berenjena
la española antigüedad.

Y está tan en fil el peso
que juzgado sin pasión
todo es uno, Inés, jamón,
y berenjenas con queso.

A lo menos este trato
de estos mis nuevos amores,
hará que Inés sus favores,
me los venda más barato.

Pues tendrá por contrapeso
si no hiciere razón,
una lonja de jamón
y berenjenas con queso.

Baltasar del Alcázar

Letrilla

Ándeme yo caliente
y ríase la gente.

Traten otros del gobierno
del mundo y sus monarquías,
mientras gobiernan mis días
mantequillas y pan tierno,
y las mañanas de invierno
naranjada y aguardiente
y ríase la gente.

Coma en dorada vajilla
el Príncipe mil cuidados,
como píldoras dorado;
que yo en mi pobre mesilla
quiero más una morcilla
que en el asador reviente
y ríase la gente.

Cuando cubra las montañas
de blanca nieve el enero,
tenga yo lleno el brasero
de bellotas y castañas,
y quien las dulce patrañas
del Rey que rabió me cuente,
y ríase la gente.

Busque muy en hora buena
el mercader nuevos soles;
yo conchas y caracoles
entre la menuda arena,
escuchando a Filomena
sobre el chopo de la fuente,
y ríase la gente.

Pase a media noche el mar,
y arda en amorosa llama
Leandro por ver su dama;
que yo más quiero pasar
del golfo de mi lagar
la blanca o roja corriente,
y ríase la gente.

Pues Amor es tan cruel,
que de Píramo y su amada
hace tálamo una espada,
do se junten ella y él,
sea mi Tisbe un pastel,
y la espada sea mi diente,
y ríase la gente.

Luis de Góngora

Soneto al vino

¿En qué reino, en qué siglo, bajo qué silenciosa
conjunción de los astros, en qué secreto día
que el mármol no ha salvado, surgió la valerosa
y singular idea de inventar la alegría?

Con otoños de oro la inventaron. El vino
fluye rojo a lo largo de las generaciones
como el río del tiempo y en el arduo camino
nos prodiga su música, su fuego y sus leones.

En la noche del júbilo o en la jornada adversa
exalta la alegría o mitiga el espanto
y el ditirambo nuevo que este día le canto.

Otrora lo cantaron el árabe y el persa.
Vino, enséñame el arte de ver mi propia historia
como si ésta ya fuera ceniza en la memoria.

Jorge Luis Borges

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Jesús David Curbelo