Desde los lejanos tiempos del origen de nuestra especie, el hombre ha mantenido un permanente enfrentamiento a las dolencias que le han aquejado, muchas han sido estas y muy diversas las formas de combatirlas, así como la evolución de los que se han ocupado de estos menesteres en los distintos grupos humanos en cada una de las épocas que les tocó vivir. Generalmente han sido personas que sobresalen por sus conocimientos de la naturaleza, de los beneficios que nos brinda, si nos mantenemos en equilibrio con la misma como parte que somos de ella.
Así el objetivo de mantener la salud ha sido el mismo desde las comunidades primitivas hasta los grandes consorcios farmacéuticos actuales, manteniéndose en todo este devenir prácticas sencillas, populares y efi caces que se van transmitiendo de generaciones a generaciones y forman parte de la inmensa riqueza del patrimonio inmaterial de la humanidad.
Las enfermedades del sistema respiratorio son de las que suelen encontrarse más frecuentemente, están presentes en todas las latitudes y dañan a las personas de todas las edades, pueden padecerse de forma leve, aguda o crítica, llegando algunas a manifestarse como malignas, pueden dañar a grupos pequeños o a grandes cantidades de personas, apareciendo así las epidemias y las pandemias. Estas maneras de evidenciarse determinan cómo enfrentarlas, los medios y métodos más adecuados para erradicar el daño que causan.
En el siglo XIX el uso de productos naturales obtenidos en las boticas para la preparación de las llamadas fórmulas magistrales estaba generalizado en el mundo, así podemos verlo al revisar la farmacopea de diferentes países como Francia, España, Bélgica y los Estados Unidos de Norte América, así como al estudiar los Libros de Asentamiento de Recetas de la Botica Francesa del Dr. Ernesto Triolet, hoy Museo Farmacéutico de Matanzas.
Los productos utilizados contra las afecciones pulmonares, la gripe o el catarro se pueden encontrar en todas las posibles formas farmacéuticas de preparación, estando entre las más usadas los jarabes, inhalaciones, vaporizaciones, pomadas, pociones, tisanas, cocimientos e infusiones. Tenían entre sus principales aplicaciones actuar como béquicos, calmantes, eméticos, estimulantes, febrífugos y pectorales.
El eucalipto constituye un importante antiséptico pulmonar. Su esencia se emplea en baños nasofaríngeos mediante pulverizaciones y en inhalaciones, para lo que se empleaban, generalmente, los vaporizadores.
Los jarabes son líquidos de consistencia viscosa constituidos por una solución concentrada de azúcar en agua, vino o vinagre en los que se incorporan, puros, los principios medicinales. Este grupo es muy numeroso y también de los más empleados para la cura de estados catarrales o gripales.
Forman parte de la colección de medicamentos del Museo Farmacéutico de Matanzas numerosos jarabes. Entre ellos, el jarabe de tolú se usó con gran efectividad en formulaciones para evitar la tos en enfermedades pulmonares agudas
como la bronquitis. El jarabe de aceite de hígado de bacalao, como estimulante del sistema inmunológico para enfrentar infecciones respiratorias fundamentalmente, al igual que el jarabe de yodo tánico.
El jarabe de ipecacuana era eficaz para provocar, expulsión de las flemas estados gripales. Un jarabe pectoral expectorante usado contra la neumonía y el asma se elabora con jarabes de belladona y azahar.
El Dr. Ernesto Triolet Lelievre, fundador de la Botica Francesa, participó en la Exposición Universal de París en el año 1900 con 11 productos farmacéuticos los que obtuvo Medalla patentados por él con los que obtuvo Medalla de Oro, entre ellos se encuentra el jarabe café compuesto triolet eficaz contra el catarro, asma o ahogo. Este producto basa su efectividad en las propiedades bronquio dilatadoras del café. Se conservan frascos con la fórmula, envases de cristal en los que aparece a relieve el nombre y la dirección de la Botica, así como las etiquetas que lo identificaban. Además de un bello medallón de cristal que servía de propaganda para el medicamento.
En nuestro permanente accionar por mantenernos saludables tiene un lugar especial la herencia de nuestras abuelas con sus pócimas, cocimientos e infusiones y consejos imposibles de olvidar cuando padecemos estas dolencias de siempre, pues forman parte de nuestras características identitarias, por lo que se las transmitimos a nuestros hijos y ellos a los suyos y así jamás se olvidan y por ello no dejamos de hacer cocimiento de tilo, tisana de naranjas, limonadas calientes contra el resfriado o infusiones de bejucouvi con peonia contra las neumonías, además de mantenernos separados para evitar el contagio, práctica que en estos tiempos no debemos olvidar.