Cepas y regiones vitivinícolas que tal vez desconocías

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René García Valdés
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Comparativamente, un reducido número de variedades blancas y tintas predominan hoy en el gusto popular. Estas cepas, llamadas clásicas, desbordan cartas de vinos de restaurantes y estantes de vinotecas y licoreras. Es verdad que exponen características organolépticas distintivas y particulares. De hecho, las grandes regiones vitivinícolas actuales han demostrado una superioridad con respecto a otras por tener condiciones especiales de suelo y clima que proporcionan virtudes a cada una de estas variedades clásicas.

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Sin embargo, cada día aparecen nuevas alternativas que pueden satisfacer, además, nuestros gustos habituales. Cepas blancas y tintas junto a regiones vitivinícolas nuevas o históricas merecen un lugar meritorio en el presente. Son desconocidas por una parte de los clientes hasta el momento en que otros alerten de su existencia.

El vino es una de las bebidas que forma parte de nuestra cultura milenaria como pieza esencial de la alimentación periódica. Es una fuente que nos proporciona salud y placer a la vez.

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La búsqueda de nuevas alternativas de cepas y regiones revolucionará el comercio de vinos en los próximos años. Tal vez estas líneas contribuyan a este propósito y podamos sumergirnos en notas organolépticas distintas pero sorprendentes. A continuación una pequeña selección de estos vinos que definitivamente ampliará el espectro de aromas y sabores. Son sugerencias de vinos blancos, tintos, rosados, espumosos y dulces que bien pudieran aparecer en estanterías y listas para sorprender tanto al cliente tradicional como al llamado trendy.

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Es corto el espacio. Quedan fuera otros muchos buenos ejemplos. Nuevos artículos con esta temática volverán a aparecer, pero solo tendrán validez para aquellos que sientan curiosidad por descubrir que la vitis vinífera aporta,  además de los aromas y sabores de cepas clásicas famosas, otras características organolépticas que enriquecen también la experiencia gustativa.

Las variedades cococciola y passerina, de Abruzzo, Italia

Abruzzo es conocida en los últimos años por la excelencia de la variedad montepulciano. Sin embargo, otras cepas del lugar merecen ser reconocidas también en la actualidad. Existen dos que llaman poderosamente la atención, pues cada día aparecen nuevos vinos con una relación calidad-precio digna de mencionar. Son las variedades blancas cococciola y passerina.

Cococciola estuvo destinada solamente a completar el corte de otras cepas blancas. Pero su destino final no era ese en realidad.  Sus aromas frutales de manzana, pera y cítricos junto a herbáceos de menta, llegando a tener notas balsámicas en vinificaciones superiores (refinada en madera), la han convertido en una cepa capaz por sí sola.   

Passerina es otra de las variedades rescatadas del anonimato en cortes. Por suerte su carácter cítrico de limón y mandarina, junto a sus notas herbáceas la sitúa como un redescubrimiento varietal. Crece rápidamente la demanda por este vino de apariencia simple pero de gusto distintivo y  único.

La variedad tinta bobal, de Utiel-Requena, España

Utiel Requena es una pequeña denominación de origen de Valencia, España. Dominan los vinos tintos, siendo bobal la representante principal. Es que su intenso color e impresionante estructura la hacen merecedora de estar presente en nuestros paladares.

Su importancia la alcanza con los frutos rojos cuando joven, que tornan a secos y especiados cuando tienen un paso por barrica.

La variedad tinta blaufränkisch, de Burgenland, Austria

Austria sorprendió a los amantes del vino hace unos pocos años con la variedad blanca grüner veltliner aunque su presencia no ha sido tan abarcadora como realmente merece. Junto a esta, hoy la variedad tinta blaufränkisch responde categóricamente una interrogante. ¿Puede desconocerse un vino tinto capaz de tener un amplio abanico de estilos, desde ligero, fresco y afrutado, o con su envejecimiento, lograr ser estructurado, firme, especiado y meloso a la vez? Tal vez, con suerte, con ese nombre o bajo el seudónimo de limberger, lemberger, franconia o kékfrankos la descubramos en algunas vinotecas y podamos sorprendernos al responder la incógnita.

Los rosados de la variedad tempranillo, de Cigales, España

Decir tempranillo es pensar en tintos españoles de calidad… y rosados. Varias denominaciones trabajan con esta última tipología, pero es la DOC Cigales una de las abanderadas auténticas. Aunque produce los dos estilos actuales en vinos rosados, aquellos más tradicionales, con el cásico color piel de cebolla, frescos, afrutados, de intensidad aromática, ligeros y suaves en boca, conquistan cualquier paladar exigente de estos tiempos. El corte de la variedad tempranillo con otras cepas tintas y/o blancas, común en el quehacer histórico de la denominación, brinda un producto de gran alcance y necesario para enriquecer nuestras experiencias.

Los vinos espumosos crémant de Francia

Buscar sustitutos para los imprescindibles vinos espumosos de celebraciones importantes es tarea difícil. Es que el método de segunda fermentación en botella, y no otro, nos entrega un producto de exquisita elegancia y delicadeza en boca, imposible de poder suplantar. Pero no solo el champagne o el cava, por mencionar los principales, se elaboran de esa forma. El desconocido crémant francés es ejemplo fehaciente, con precios realmente interesantes. Elaborado en diferentes regiones del país galo (Crémant d’Alsace, Crémant de Bourgogne, Crémant de Bordeaux, Cremant de Limoux y Crémant de Loire) es una de las joyas de la enología francesa, sobre todo el primero. Cremosidad que no desvanece. Sabor que justifica.

Los vinos dulces de Tokaj, en Eslovaquia

Sí, Eslovaquia posee su región vitivinícola, se llama Tokaj, y lógicamente produce vinos dulces muy interesantes. La variedad furmint, junto a otras típicas, se combinan para brindar un producto con niveles de azúcar residual que van desde 3 putnovy (término eslovaco para indicar el número de cestas de uvas afectadas por el hongo llamado botrytis cinérea, ricas en azúcar residual) hasta 6 putnovy, cerrando con la espectacular esencia, con más de 450 gramos de azúcar por litro. Sin embargo, la combinación de dulce-ácido del vino propicia un sabor tan agradable como cualquier otro elixir de dioses. No es un vino para sustituir a otro. Es otro vino que merece un sitio dentro de la gastronomía actual.

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René García Valdés