Poco a poco nos acercamos a una nueva normalidad en la que podremos ir retomando todas las actividades de nuestro día a día… volvemos a salir a la calle, a consumir y a recuperar las actividades de ocio.
Pero es lógico pensar que esta nueva normalidad va a ser muy diferente a lo que vivíamos antes de la pandemia, especialmente en el sector gastronómico. La demanda va a cambiar en muchos sentidos, y la oferta tendrá que adecuarse a estos cambios.
Voy a intentar simplificar y resumir los aspectos fundamentales en los que creo que está cambiando, y va a cambiar, la demanda gastronómica.
Comida a domicilio
En primer lugar, la gente se ha habituado a comer en casa, a la comida doméstica y en familia. Esta tendencia se va a mantener mientras exista el riesgo al contagio, quizás más adelante también, al menos durante un cierto tiempo.
Por tanto, toda la cadena alimentaria deberá tener en cuenta este hecho para adaptarse a la nueva situación. Los productores e industriales alimentarios deben facilitar el envío a domicilio de sus productos a través de Internet. De la misma forma los mercados, supermercados y boutiques también tienen que adaptar sus negocios al envío a domicilio, así como los restaurantes, las casas de comidas, los bares o tabernas tendrían que organizarse para ofrecer la comida no solo a domicilio (delivery) sino también para recoger (take away).
Le puede interesar: ¿Es el delivery la solución para los restaurantes?
Protagonista, la materia prima
Por otro lado, los consumidores van a valorar más la calidad de la materia prima, de los alimentos y bebidas.
Si antes una de las mayores motivaciones para acudir a los bares y restaurantes era juntarse con los amigos, ahora que hay que guardar las distancias de seguridad para evitar el contagio.
Los clientes van a exigir, sobre todo, calidad en los alimentos y bebidas, tanto de los naturales como de los elaborados, de los perecederos como de los no perecederos.
Por tanto, la restauración colectiva, los restaurantes, bares y casas de comidas, tendrán que dar prioridad a la calidad de sus productos para atraer a los clientes. Y, por supuesto, también a la cocina.
Las cuatro eses de la alimentación
Porque los consumidores no se van a conformar con una oferta gastronómica satisfactoria o placentera sino que van a demandar que sea también saludable, solidaria y sostenible. Esta tendencia, que ya venía fraguándose desde antes de la pandemia, es ahora cuando cobrará más fuerza.
Los clientes demandarán una alimentación del siglo XXI, que respete al máximo las cuatro eses, que tanto hemos defendido: saludable (que contribuya a mantener la salud y el bienestar), solidaria (con productos de proximidad, artesanales, que ayuden a los pequeños productores para conseguir que sus negocios sean rentables), sostenible (respetando el medio ambiente, la tierra y el agua, para que sigan produciendo alimentos) y satisfactoria (basada en una materia prima de calidad y una cocina a la altura de las nuevas exigencias).
Recomendamos: Salud y gastronomía
Una oferta asequible
En último término la oferta gastronómica debe ser asequible. Primero, porque la economía se va a resentir y la gente, en cierta medida, va a sufrir un empobrecimiento. Pero incluso aquellas personas que dispongan de un mayor nivel adquisitivo no van a querer consumir de una forma excesiva.
En consecuencia, todos los agentes que intervengan en la cadena alimentaria (muy especialmente los restaurantes y casas de comidas y bebidas) van a tener que reconsiderar y ajustar sus costes para que los precios finales resulten asequibles.
Apoyo al sector gastronómico
Como es natural el sector mediático, la prensa, los medios de comunicación, así como los expertos, las academias e institutos de gastronomía van a jugar un papel fundamental apoyando a toda la cadena alimentaria, especialmente a la hostelería y la restauración.
Le puede interesar: Hostelería y Coronavirus: oportunidades ante nuevos escenarios
Durante muchos años han sido las estrellas Michelin o los soles Repsol los que han indicado los lugares que tenían una mayor calidad en cocina y en sala. Ahora hay que tratar de que la gente conozca los esfuerzos que está haciendo el sector de la gastronomía para adaptarse a la nueva normalidad y, en concreto, para fomentar la alimentación saludable, solidaria, sostenible y satisfactoria. En ese sentido deberían aparecer nuevas guías que den a conocer aquellos establecimientos, aquellos restaurantes, casas de comidas o bebidas que estén en consonancia con estos valores.