Desde el punto de vista del turismo, la Nueva Gastronomía está teniendo una incidencia muy importante. Los turistas son los primeros que quieren, cuando llegan a su destino, que la oferta gastronómica recoja esas nuevas exigencias relacionadas con la salud, la solidaridad y la sostenibilidad.
Por supuesto que quieren disfrutar comiendo, quieren conocer los productos y las recetas típicas del lugar, pero también quieren, de alguna manera, que su estancia en otros destinos contribuya a mejorar la forma de comer.
De este modo, además, el turista contribuye a la evolución y mejora del país que visita, eligiendo productos de proximidad y ecológicos, en la medida de lo posible, y, por supuesto, apoyando aquellas iniciativas y lugares que sean solidarios en unos momentos tan complicados como los actuales.
‘Simplicity’, la sencillez en la gastronomía
Junto a esos cuatro aspectos de la Nueva Gastronomía que, como digo, determinan las preferencias de los turistas, últimamente también existe un interés creciente en fomentar la sencillez en la forma y el modo de comer (o “Simplicity”, como lo llamamos en nuestro último libro con Marta Garaulet).
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La gente cada vez aprecia más la materia prima y las preparaciones sencillas, huyendo de las complicaciones. Aprender recetas que puedan, luego, realizar en sus casas y comer con naturalidad, sin excesivos protocolos, a veces de pie en una barra o incluso paseando.
La sencillez se ha convertido en una especie de eslogan, tanto para los cocineros, restauradores y profesionales como para los clientes y, muy especialmente, para los turistas.
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La buena mesa, un espacio para la sociabilidad
Por último, quiero hacer referencia a otro aspecto de la gastronomía no menos importante: la sociabilidad. Lo que quizá determina, en mayor medida, el bienestar y la satisfacción del turista.
Cuando una persona llega a un lugar donde no conoce a nadie, quiere que le den conversación, que le traten de una manera amable. Quiere socializar durante ese aperitivo, esa comida o cena. Incluso, si es posible, hacer algún amigo que le dé conversación.
Ese aspecto de sociabilidad es lo que hace que muchos turistas prefieran elegir lugares como los bares y tabernas, o comer en una barra donde, aunque la comida no sea tan atractiva, quizá puedan entablar conversación con la gente que les rodea.
En una encuesta realizada hace unos años, se preguntaba a los turistas qué es lo que más les llamaba la atención cuando comían en España. La respuesta más generalizada fue que aquí “la gente, cuando cena, canta y se ríe”.
Por supuesto, es importante que existan los grandes restaurantes, lugares con estrellas Michelin o con soles Repsol, locales extraordinarios desde el punto de vista de interiorismo y arquitectura. Pero es fundamental apoyar a todo el conjunto de la hostelería, a los bares y tabernas, a las casas de comidas y restaurantes de todo tipo. Porque, en el caso de la capital, “la gente viene a Madrid a tomar cañas”.
Importancia de la sala en el turismo
En ese sentido, cada vez adquiere más importancia el servicio de sala en la hostelería, cuidar el espacio, el entorno, la atención y la amabilidad. Para los turistas, este es un aspecto fundamental que va a determinar la calidad de su estancia.
Algo que quizás habría que mejorar es la posibilidad de que los clientes puedan establecer contacto, si es posible, en su idioma (o, al menos, en inglés) a la hora de hacer la reserva. Aquí puede jugar un papel importante el mundo digital, el protocolo digital.
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En definitiva, creo que España, y especialmente Madrid, tiene una oferta gastronómica muy completa y variada, que se complementa con la tradicional sociabilidad de nuestra hostelería. Una vez más, Madrid es un destino privilegiado para cualquiera que nos visite.
