LA LECHUGA, esa hojita verde, UNA HISTORIA FASCINANTE

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Rodolfo Tafur
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lechuga

¿Quién no ha probado una hoja de Lechuga?, ¿quién no ha untado esa hojita verde con la crema a la huancaína, o acaso cuando sirven el escabeche en ese contraste de color y muchas veces de sabor? En el ceviche, es una excelente guarnición. Las ensaladas son una delicia con su hojita de lechuga, hasta la comida dietética no sería tal sin esa hoja verde.

La lechuga (lactuca sativa L.) es una planta hortícola de mucha importancia en la cocina. Los países del mediterráneo la conocían más por su uso medicinal que gastronómico desde hace muchos años. La usaban para obtener aceites de su semilla.

Aparte de su utilidad gastronómica su historia es riquísima y sobre todo asombrosa:

Los primeros informes escritos pertenecen a Herodoto quien nos dice que los persas la comían desde 600 a.C.

Hipócrates la describía medicinalmente desde 400 a.c.

Colón la trajo de España en su segundo viaje y la sembró en la Isla Isabela (Hoy Isla Puerto Porras-Panamá). 

El médico, teólogo e historiador San Isidoro de Sevilla (560-636 d. C.) recoge en sus “Etimologías” (Cap. XVII - 10, 11) que la planta debe el nombre “a la abundancia de su leche (lact, lactis)”, y decía que la humilde lechuga “aumentaba la leche de las madres que estaban amamantando” y advierte que “en los hombres, disminuye sus deseos eróticos”.

Publio Apino Eustacio, poeta latino (Roma) en su obra “Tebaida” relata que los Anacoretas usaban la lechuga para “controlar el demonio de la carne”.

La mitología egipcia es riquísima alrededor de la noble Lechuga: cuenta la historia que el dios Anubis envió a todos los hombres de Egipto a una batalla donde sabía de antemano que iban a morir. Como deseaba que la sangre egipcia se purificara, le pide al itifálico (falo siempre erguido) MIN (dios de la fertilidad egipcia) que mientras los guerreros faraónicos estaban combatiendo preñara a todas las mujeres y éste, pone la savia de la lechuga en la frente de cada mujer para que entraran en un profundo sueño y poder luego poseerlas. La guerra fue cruenta y los egipcios triunfaron. El “soplo de vida” o “espíritu” en la mitología egipcia (BA, KA y AJ) decidieron que nadie debería morir y regresaron triunfantes los soldados, dándose cuenta que sus esposas estaban embarazadas, las castigaron y elevaron su queja para que se le castigue a MIN, amputándole un brazo y una pierna, para que solo se quedara con “un brazo y dos piernas”.

La lechuga del antiguo Egipto era similar a la actual lechuga romana, tenía hojas alargadas. En los egipcios existe una leyenda, esta es el enfrentamiento entre el dios Horus y su tío Seth. Esta pelea tiene mucho que ver con la planta de la que hoy contamos su historia. La lucha entre estos dos dioses egipcios tiene tintes de homosexualidad. Según la mitología Seth acusaba a Horus de homosexual y deseaba violarlo para, posteriormente, acusarlo ante los dioses de ser indigno de gobernar Egipto. Pero Isis, madre de Horus conocedora de esta trampa desarrolla una estrategia para castigar a Seth, y con engaños lo conduce a un pasaje secreto. Ya en la oscuridad, le hace creer que Orus lo estaba esperando para tener relaciones sexuales y mediante un ardid recoge el semen de Seth y lo guarda para luego muy de mañana y horas previas a la contienda, brindarle un desayuno a Seth consistente en una generosa porción de lechuga, la misma que había sido bañada con su propio semen.

El griego Florentino, que vivió en la primera mitad del siglo III y que fue autor de unas Geórgicas (no solamente las escribía Virgilio), tiene muchas referencias a esta planta, comenzando por decir que la lechuga es una verdura jugosa y refrescante y que por eso viene bien contra las inflamaciones ardientes; para seguir diciéndonos que es un alimento que no produce sed, es soporífero y estimulante de la leche materna, y que, cocida, continúa Florentino, se vuelve más nutritiva y distrae de la unión sexual. Por esta alusión es que los pitagóricos llaman a la lechuga “eunucos”, o “el guardián del lecho” como también la llaman las mujeres 'astytis', palabra relacionada con “astysia” que quiere decir en castellano “impotencia”.

Hay un consejo sorprendente y que se refiere a obtener lechugas perfumadas si se le introduce en su semilla una de sidra y se siembra así. Sobre sus cualidades curativas o medicinales comenta que la lechuga despierta el apetito, baja la inflamación, refrena la actividad sexual, y tomada junto con vino dulce o vinagre templa la hiel. Frita en aceite de rosas hace desaparecer el dolor y sirve como un efectivo tranquilizante. Una forma de combatir eficazmente el insomnio y la depresión por falta de sueño es aplicando el jugo de la lechuga sobre la frente del enfermo.

Gallo Plinio Cecilio Segundo, recoge una leyenda de la monja Egeria (S. IV d.c.), esta cita al apóstol Dídimo, nombre que en arameo significa gemelo o mellizo, quien nos dice que una de las maravillas de esta planta es tomarla previamente a una juerga o bacanal, ya que no se podrá emborrachar por más que se beba. Igual lo aconseja. Volviendo a sus propiedades sexuales comenta que si se beben sus semillas previenen el derrame seminal, por lo que lo recomienda para aquellos que tienen habitualmente poluciones nocturnas.

De Martínez Montiño (cocinero de Felipe II y Felipe IV) encontramos esta receta para hacer tallos de lechuga en conserva: "Hanse de tomar y mondarlos, y después de mondados, echarlos en sal, y de que esté salada, sacarla de la sal, y echarla en agua clara, hasta que esté desatada y ponerla a cocer hasta que esté bien cocida, y ponerla a escurrir, y luego ponerla en su vasija, y tomar azúcar clarificado, y echárselo hirviendo, como sale de la lumbre, y luego darle nueve cocimientos, hasta que haga el azúcar un punto que haga hilos entre los dedos". Hoy día no se concibe una ensalada sin la lechuga, lo que la convierte en un magnífico alimento veraniego porque aporta una gran cantidad vitaminas y minerales.

Bibliografía y Material de Investigación:

Dirimo, Judas Tomas, Relatos atribuidos a Egeria (Ss IV d.C)

Azcoytia, Carlos Delicias con Historia, (Madrid 1985)

Gwyn Griffiths, J “El Conflicto de Horus y Seht por la corona de Egipto”. (Liverpool 1960).

H. Te Velde, La confusión de Seth (Leiden, 1967).

G. Harris y D.O’Connor. Dioses y Faraones de mitología egipcia. Madrid 1988.

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Rodolfo Tafur