De entre los cócteles de frutas, pocos tienen una historia tan rica y misteriosa como el Clericot. Según la leyenda esta preparación data de la antigua civilización romana. En aquel entonces fue elíxir preferido en el culto a los dioses para celebrar la abundancia de la cosecha y la fertilidad. Aunque, también se dice que los celtas la usaban para festejar a Samhain, un caballero celta de la muerte. Ambas culturas coincidían en su amor por el vino mezclado con fruta. De ahí que se le considera la primera versión del clericot, puesto que la bebida original se hace a partir de vino y frutas dulces.
Con el paso de los siglos llegó al Medio y Lejano Oriente, Reino Unido y América Latina, a partir de ahí el cóctel ha tomado nuevos rostros. De hecho, fue evolucionando de nombres en la misma medida que cada región adoptó sus propias esencias.
Su sabor suave y afrutado lo hace ideal para quienes prefieren un cóctel ligero, sin perder ese toque sofisticado del vino. Incluso para quienes gustan de otros alcoholes se le pueden agregar destilados como el vodka o el brandy para darle un toque extra de intensidad.
Manos a la obra:
Ingredientes:
- 1 botella de vino tinto o blanco (dependiendo de tu preferencia)
- 2 tazas de jugo de manzana o uva
- 1 taza de soda o agua mineral
- 1/4 de taza de azúcar (opcional, según el dulzor deseado)
- Frutas al gusto: manzanas, fresas, duraznos, naranjas, uvas, melón (cortadas en cubos pequeños)
- Hielo al gusto
Instrucciones:
1. Lava las frutas y córtalas en cubos pequeños.
2. En una jarra grande, agrega todas las frutas, el vino y el jugo de manzana o uva.
3. Añade la soda y, si prefieres, el azúcar, removiendo suavemente para que se disuelva.
4. Refrigera la mezcla durante al menos 15 minutos para que los sabores se fusionen.
5. Sirve el clericot en copas con hielo y decora con unas rodajas de frutas.