El turrón que no es turrón: pan de Cádiz

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Cristina Ybarra
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pan

En su región, se le llama turrón, aunque no se ajusta a la definición oficial de este término. No se enfrenta a los famosos turrones de Alicante y Jijona, pero sí se posiciona como un fuerte competidor en la tradicional bandeja de dulces navideños. El pan de Cádiz ha logrado hacerse un lugar en la selección de golosinas de las festividades en toda España, reivindicando su estatus entre polvorones, mantecados, hojaldrinas y bombones. Su gran logro radica en su capacidad para atraer a aquellos que desprecian el mazapán.

El pan de Cádiz comparte con el turrón su forma rectangular similar a un cofre y la indiscutible inclusión de almendras entre sus ingredientes. Sin embargo, no se puede clasificar como una variedad de turrón, ya que la normativa oficial lo categoriza en el grupo de los mazapanes, donde también se encuentran las marquesas.

Este dulce, que tiene la apariencia de un pastel alargado, bollo o pan rectangular, está compuesto por una masa de mazapán que envuelve un relleno de varias capas de yema confitada, crema de batata y fruta confitada. También puede llevar dulce de membrillo, cabello de ángel o dulce de manzana. Aunque suena bastante empalagoso y contundente, la combinación de sus ingredientes logra una perfección tal que es difícil resistirse a disfrutarlo después de un pequeño bocado.

La dudosa historia del pan de Cádiz

 El pan de Cádiz cuente con una leyenda que carece de fundamento histórico. Si hay una batalla y un pueblo que resiste al invasor utilizando astucias para sobrevivir al hambre, mejor aún.

Se dice que, en el mismo período en que se aprobaba la célebre Pepa, la Constitución de Cádiz de 1812, la ciudad enfrentó una escasez de alimentos debido al asedio de las tropas francesas, que bloqueaban la llegada de productos por las rutas habituales. La localidad se quedó sin harina de trigo y, al no poder elaborar pan, se decidió utilizar un supuesto excedente de almendras que se encontraba almacenado en el Palacio de la Aduana, destinado a la exportación. De esta manera, los panaderos de Cádiz crearon el famoso dulce, que tiene la forma de un pan.

Como señala el investigador y gastrónomo Manolo Ruiz Torres en su libro Cocina Histórica Gaditana, no existe ninguna mención a una supuesta escasez de trigo o pan en ese período, ni a almendras almacenadas, y tampoco tendría lógica utilizar este fruto seco para elaborar pan debido a su elevado costo.

Independientemente de su procedencia, lo innegable es que el pan de Cádiz se ha convertido en uno de los dulces navideños más representativos de su región, siendo replicado por pastelerías de todo el país, al igual que el turrón de Alicante o los mantecados de Estepa. En ocasiones se les conoce como barras, lingotes o pan celestial, pero en esencia, se trata de la misma receta.

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Cristina Ybarra