Hay “verdades” que, bien pasadas de generación en generación, “secretos de la abuela” o incluso parte del abc de algún chef no son tan ciertas como parecen. Sin embargo, aunque para muchos sea preferible poner la mano en el fuego antes que valorar su fiabilidad, la ciencia dice otra cosa.
Desde cómo cocer pasta hasta la realidad del café descafeinado, algunas no son más que creencias populares devenidas mitos culinarios. Hoy desmontamos 4 de ellos y su porqué.
El tamaño de la olla para la pasta no importa tanto
Todos hemos escuchado alguna vez que la pasta debe cocinarse en una olla grande para que no se pegue y que el agua tiene que hervir rápidamente. Pero, según un artículo de New Scientist, la olla grande no es necesariamente más eficiente. La clave está en revolver los fideos durante el primer minuto de cocción, cuando el almidón de la pasta se hincha y se libera, lo que podría hacer que se peguen. ¿Agregar aceite al agua? Tampoco es útil. No tiene ningún efecto sobre la textura de la pasta sino que, desperdicias un buen aceite que podrías usar para tu ensalada.
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Sellar la carne no garantiza jugosidad
La técnica de sellar la carne a fuego alto para “encerrar los jugos” es otro mito extendido. Si bien ello aporta un delicioso sabor gracias a la caramelización de los azúcares y aminoácidos de la carne, no evita la pérdida de líquido. De hecho, una carne horneada antes de sellarla puede resultar más jugosa. ¿El verdadero secreto para mantener la jugosidad? Dejar reposar la carne tras la cocción, puesto que permite que las fibras musculares se relajen y retengan más líquido.
¿Hay que lavar el arroz? Depende
Mientras más veces se enjuague, mejor. Eso siempre hemos creído cuando se trata de cocinar el arroz. Pero, lo cierto es que la cantidad de lavados depende del grado de impurezas aunque sobre todo del tipo.
Las variedades de grano largo, como el basmati o el jazmín, apenas necesitan un enjuague ligero. Por otro lado, los arroces de grano corto o medio, como el japonés o el Arborio, precisan uno más profundo para reducir el exceso de almidón y mejorar su textura. Sin embargo, tampoco es obligatorio. Así que la única condición real necesaria para largos enjuagues es que esté muy sucio.
El café descafeinado no es 100% libre de cafeína
Aunque ya hay quienes han descubierto la verdad detrás de la etiqueta, todavía quedan algunos que confían en la ausencia de cafeína de estos productos bautizados como descafeinados. Si bien contienen mucha menos cafeína que el café regular, sí está compuesto por pequeñas dosis.
La cantidad ronda los 2 miligramos de cafeína, lo que comparado con el convencional (de 95 miligramos por taza) muestra una diferencia notable. Así que, si eres extremadamente sensible a la cafeína, no viene mal apostar por él.
Probablemente, desterrar estos mitos del día a día, cuesten más que leerlos. Pero, al menos ya conoces un par de verdades que pueden facilitar aún más los cocinados o la elección de productos en el mercado.