El Habano de Fin de Año

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Por: Dr. Ing. Luis Sorinas González / Foto: Alvite
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El Habano de Fin de Año

Dicen las leyendas, que por fin de año los romanos invitaban a comer a sus amigos y se intercambiaban miel con dátiles e higos para que pasase el sabor amargo de las cosas y que el año que empezase fuese dulce.

En la actualidad, y con la misma finalidad, en el continente europeo se ofrecen lentejas porque propician la prosperidad económica. En cualquier condición, la «Noche de San Silvestre» o de Año Viejo, se ha mantenido con su grandilocuencia y esplendor, como último reducto pagano de las 12 noches navideñas, tiempo entre la Navidad y la Epifanía.

Y es que en una época en la cual la falta de tiempo es precisamente uno de los atributos de los modernos estándares de vida, la Navidad y el último día del año generan los espacios necesarios para incluir en esta disipada atmósfera al «Habano de Fin de Año».

No existe como tal un Habano con esta denominación, pero la idea amerita una reflexión inteligente, por lo sensual, intenso, aromático y magnífico que implica acercarnos a la magia de un producto genuino, único y de carácter.

Despedir el año y darle la bienvenida al otro bien vale la apertura de esa caja de habanos que nos han, y ¿por qué no? nos hemos regalado. Pero la aproximación a estas joyas debe ser asumida de forma diferente por fumadores de experiencia y por los más jóvenes.

Para los fumadores de experiencia, e incluyo en este dominio a las damas que con su delicada fuma hacen volar los pensamientos más sublimes; el Habano de Fin de Año apunta en primera instancia hacia los cíclopes del vitolario.

Me refiero a las Grandes Coronas, que con su inmensa longitud de 235 mm por 18,65 mm de grueso (cepo 47), sus intensos aromas, notas a miel, toques picantes y frescor, permiten placeres en la fuma y la mente, dignos de no olvidar.

En este selecto grupo se incluyen al Montecristo A, Sancho de Sancho Panza, Particulares Edición Limitada 2000-2001 de Hoyo de Monterrey y la Diadema, doble figurado de 233 mm de largo de Cuaba. Mi sugerencia apunta hacia el Montecristo A, la insignia de esta marca, que recaba intenso amor, paciencia y sabiduría para disfrutarlo.

Como segunda elección dejaría a los más elegantes del vitolario, «Los Prominentes», conocidos como Doble Coronas, con su 194 mm de largo y 19, 45 mm de grosor (cepo 49), muy cercano en cepo a los Robustos y a la filosofía de fuma de los últimos años.

En este genial equipo de nueve vitolas se destaca Partagás con su Lusitania, Ramón Allones con su Gigante (anillado en oro y ofrecido por el Jedive de Egipto en la inauguración del Canal de Suez), Don Alejandro de Vegas Robaina, Doble Corona Edición Limitada 2003 de Cohíba, Doble Corona Edición Limitada 2001 de Montecristo.

Para los fumadores masculinos los invito a maravillarse con la intensidad de una Lusitania y para las damas con la genuina elegancia de un Don Alejandro. Los fumadores más jóvenes tendrán otros placeres para estas fechas.

Mi propuesta por una parte se centra en el harén más intenso del Universo, el de las 13 Julietas No. 2 del vitolario. Estas damas de 178 mm de largo y 18,65. mm de grueso (cepo 47) conocen toda la poesía del genuino placer de fumar.

Entre ellas como majestuosa reina sobresale el Espléndido de Cohíba, que con sus toques terrosos y especiados, sus notas dulces y a grano tostado, hará magia de cada intensa bocanada. Por otra parte les propongo mi vitola preferida, una revelación para los que con ternura y amor buscamos acercar el infinito y detener al tiempo.

Me refiero al aguerrido Cañonazo, que por su distinción le llaman Siglo VI; broche de oro a la serie Siglos de Cohíba. Este Señor Habano, con sus 150 mm de largo y 20,64 mm de grosor (cepo 52), es como sentenciara el filósofo chino Confucio «capaz de hacer tangible lo intangible y remontarnos a las estrellas».

Ahora bien, como colofón a la alquimia humana, los invito a todos a que descubran las magníficas, asombrosas e inolvidables bocanadas que emanan de la fumada de los más oscuros del vitolario, que lejos de tenebrosos propician sensaciones especiales en el buen fumador. Me refiero a la serie Maduros 5 de Cohiba.

Si creen intensamente en mundos paralelos o en la magia de los cuentos infantiles, y por supuesto en la maravilla del amor, les propongo algo casi tan pequeño como un grano de maíz para nuestro vitolario. Un habano de 110 mm de largo y 15,87 mm de grosor (cepo 40), el Secreto, que les develará el futuro mediato, aunque encierre en sí el mismo misterio que la sonrisa de la Gioconda

Para aquellos que por encima de todos buscan el «glamour» y por tanto el inusual sabor de la fuma de un sueño, los que gustan de los cierres únicos y tienen el valor suficiente, nada mejor entonces que en toda su dimensión procedan al lento, único y responsable encendido del habano más caro y preciado del mundo, el Behike que con sus 192 mm de largo -longitud del Lancero de Cohíba-, y sus 20, 64 mm de grosor (cepo 52) como el Siglo VI de Cohíba, constituyó el regalo de Cohíba por su 40 Aniversario.

Pero, al final, más que la elección, que obedecerá a su gusto, lo importante es disfrutar con un Habano de ese espacio de sosiego que nos da el Fin de Año, y llevarnos en cada bocanada el sabor de lo bueno de todo el Universo.

Credito
Por: Dr. Ing. Luis Sorinas González / Foto: Alvite

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