Hace realmente poquísimo tiempo que se ha comenzado a apreciar el Habano de largo envejecimiento. Y aunque de hecho muchos son los fumadores modernos que poseen discretas reservas que quisieran ver mejorar con los años, antes de la edición del libro An illustrated Enciclopedia of post-revolution Habana cigars del chino Min Ron Nee, apenas se había tratado el tema de los «Habano Vintage».
Incluso, aún hoy, nadie ha logrado responder con certeza a la pregunta: ¿cuántos años puede vivir un Habano?
Sólo desde hace poco se habla, con interés, de los cigarros envejecidos. En mi experiencia personal, debo decir que por años he creído que lo mejor era fumar el llamado cigarro fresco, pero no ese áspero y amargo producido hoy en día con hojas no añejadas suficientemente, sino un tabaco joven, confeccionado con hojas envejecidas adecuadamente y rico en sabor, aroma y fuerza esos que yo llamo «un verdadero Habano».
Pero, regresando al Habano Vintage puedo decir que lo he descubierto hace poco menos de diez años, cuando he comenzado a fumar cigarros producidos antes del triunfo de la Revolución Cubana, o sea, anteriores a 1959. La oferta de Habanos de este tipo promovidas por Christie’s y otras casas de subasta han generado una verdadera bolsa del cigarro vintage, algo totalmente nuevo, pues hace pocos años nadie prestaba interés por el cigarro envejecido.
Yo mismo he cedido a un amigo, a inicio de los años noventa, algunas cajas de Dunhill Estupendo porque temía tener demasiadas, y sobre todo que los cigarros pudieran perder en el tiempo su sabor.
Simplemente no sabía aún que los grandes Habanos solo pueden beneficiarse del larguísimo envejecimiento, volverse mejores, e incluso adquirir un mayor valor comercial. Ahora sabemos, además, que un Habano con un medio siglo de vida puede regalarnos un buquet de aromas y sabores únicos.
Es hoy opinión difusa, entre los conocedores, que las fases de envejecimiento y maduración de un Habano se puedan dividir en cuatro etapas, las cuales a veces se superponen, como lo describe Min Ron Nee, en su libro An illustrated Encyclopedia of post-revolution Havana cigars.
El primer período, el de «la enfermedad», transcurre cuando el Habano, apenas confeccionado, tiene aún un fuerte olor de amoniaco, el cual, a diferencia del sabor amargo y áspero del tanino, es particularmente desagradable a todos los fumadores. En la mayor parte de los cigarros este desaparece al 95-99% dentro del primer año para después desvanecerse del todo al final del segundo año.
La duración de este primer y más delicado periodo está estrechamente relacionada con dos factores determinantes: el tiempo de envejecimiento de las hojas en «pacas» y el tiempo de conservación de la Ligada, antes de la confección del cigarro. En otras palabras, un cigarro apenas confeccionado, pero con hojas de largo envejecimiento (al menos tres años), necesita para ser fumado al máximo, de un breve periodo de reposo (1 semana al 65% de humedad relativa) o bien puede ser fumado apenas obtenido de las manos del torcedor, pero solo con la condición que este haya confeccionado el cigarro sin molde, es decir, a mano libre y con hojas poco húmedas.
Por eso, en mi opinión, se debería considerar el cigarro como «fresco» solo durante los primero seis meses de vida, pues después es oportuno dejarlo reposar al menos dos o tres años y estaremos aún fumando un cigarro joven, puesto que solo a partir del tercer año inicia el fascinante proceso del envejecimiento y maduración.
La primera maduración es el resultado de la entrada en fermentación del cigarro apenas confeccionado. Es el periodo en el cual el cigarro es más afrutado, aunque conserva aún un poco del sabor áspero y amargo del tanino que ha alcanzado, pero a un nivel de concentración no molesto para el fumador.
La duración es diferente para cada Habano y está determinada también por el gusto personal y de la tolerancia al sabor del tanino. Para muchos «Ligeros» el tiempo necesario para la maduración va da los 2 a 5 años, mientras para los «Medios» va de los 5 a los 8 años, y en los «Fuertes» de los 7 a los 15 años, aunque algunos cigarros tremendamente potentes pueden tener un periodo aún más largo.
La segunda maduración es el resultado de la interacción entre el producto final de la degradación del tanino y el aroma generado de la fermentación. Como en un gran vino, un gran Habano necesita un largo periodo para que el sabor aspero del tanino se endulce. Este periodo dura entre los 15 y los 25 años y concierne solamente a los Habanos fuertemente taninados, y no todos tienen las características necesarias para esta maduración.
La tercera y última maduración es el resultado final de la síntesis generada por las misteriosas reacciones químicas de todos los elementos que componen un cigarro.
Este nivel de maduración comienza a aparecer después de los 20 años.
De hecho, me parece claro que el cigarro cubano de alta calidad está destinado, si es bien conservado, a vivir muchos decenios, aunque repito que nadie está en posición, aún hoy, para definir cuántos años podrá vivir, por el simple motivo que no tenemos experiencia en este sentido.
Recuerdo que hace tres años, mientras me encontraba viajando en Londres con Frank Nisemboim, un comerciante inglés, me regaló dos cigarros de 1896. Uno de ellos lo probé inmediatamente y no me impresionó positivamente. Era insípido y con poquísimo sabor, pero estaba en condiciones de conservación pésimas. Era, de hecho, duro, sequísimo y arrugado. Además teníamos los paladares impregnados de tabaco mucho más joven, ya que habíamos fumado, antes del super vintage, otros Habanos.
El otro tabaco lo cuido desde hace tres años en condiciones óptimas y les aseguro que tiene un aspecto mucho más atrayente: es suave, ligeramente elástico y la capa me parece que se haya recuperado algo.
Más recientemente, hace tres años, he permanecido fulminado al fumar tres H. Upmann Lonsdale de antes de la década de los años 60. Fumada perfecta, combustión ideal, el largo envejecimiento ha propiciado los aromas y afinación de manera progresiva en una complejidad de gran armonía. Los años conducen fatalmente a un endulzamiento de la potencia pero esta viene compensada de un mayor equilibrio.
Perfección absoluta, los Habanos Vintage son hoy una rareza, pero también la expresión más acabada de esa tradición del cigarro cubano que tiene sus orígenes siglos atrás, y que por lo menos desde hace trescientos años han sido considerados complemento ideal de aquel vivir elegante que consideraba el ocio y el placer, como el honor y el coraje, necesidades absolutas de la vida.
* Salvatore Parisi
nació en Nápoles en 1955, aunque reside en Roma desde hace varios años, donde trabaja como psicólogo en la clínica de la Escuela Romana de Rorschach. Aristócrata por nacimiento, ha consagrado al Habano buena parte de su vida. Durante más de veinte años ha creado una extensa biblioteca, una colección de cuadros y objetos relacionados con el puro cubano y una monumental colección de Habanos que consta de más de sesenta mil puros cubanos de diferentes edades, tamaños y marcas, incluyendo muchas vitolas consideradas una rareza.
¿Qué son los Habanos Vintage?
Credito
Por: Salvatore Parisi*