Hay coincidencia en que es el más afamado de los cócteles, el rey de estos preparados, el clásico inigualable. A él se debe que a los bares se les represente con una copa cónica, de pie alto, adornada por una aceituna.
Su creación está entre las más disputadas y su aparición se ubica en las más diversas ciudades del mundo, lo mismo en San Francisco, Nueva York, Venecia, que en otras urbes europeas. Marineros, aventureros, mineros, entre muchos se discuten el origen, que llega a relacionarse incluso con el rifle Martini & Henry. No faltan los ingleses, quienes afirman que el Martini adoptó el nombre, desde el primer sorbo —que es como decir el primer culatazo— de esa arma, prestigiosa por su fuerte retroceso y exactitud.
Al Martini se le conoce como un cóctel contundente, poderoso, disuasivo, con un golpe seco, limpio, certero, impecable como una bala de plata disparada por la mencionada arma. De ahí su sobrenombre de «La bala de plata».
Nadie discute su espectacular popularidad ni su relación con grandes personajes de la Historia, con el cine y la literatura.
Receta: Ante la pregunta de cuál es la mejor receta de un Martini, algunos autores señalan que es la preparada en un mezclador de plata, lleno de cubitos muy fríos de hielo limpio, con una proporción de seis partes de ginebra helada y una parte de vermut seco.
Modo de preparación: Aconsejan agitar con suavidad hasta sentir la frialdad en la mano. Luego de este proceder, debe servirse colado en una copa triangular previamente helada. Añadir una aceituna verde, sin relleno, y de adorno una pequeña piel de limón.
