Cada marca habanos e incluso cada una de las vitolas que las conforman llevan en sí una fortaleza propia que las distingue, la cual nace desde las propias hojas de la planta cuando todavía está en el campo.
Fortalezas, perfil organoléptico, combustibilidad, estos son los estandartes de la potencia de los puros cubanos, los cuales transcienden el espíritu del fumador y se empastan en su cerebro de tal forma que le permite recordar notas especiales de habanos fumados antaño.
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La potencia del habano es inherente a la concepción de la vitola y por tanto al respeto de la marca. Está en su condición originaria, estampada por el terroir de cada hoja que lo conforma. Cada parte de su estructura matiza su potencia y atesora la historia de su origen, de su reposo y de su fin.
Esta singularidad los convierte en genuinas piezas de colección, pues huelen y saben a la leyenda de la tierra donde fueron cultivados y a sus hombres. La potencia radica en su mezcla, y por ende la estructura de un habano está entre los secretos mejor guardados.
Esa fortaleza depende fundamentalmente de la magia con la ligada, envuelta y atesorada por el capote y cerrada por la lujuriosa capa. La liga o ligada puede mezclar tabaco ligero o fortaleza tres, seco o fortaleza dos y volado o fortaleza uno.
Gracias a la fórmula utilizada para mezclarlos cuando se forma la tripa, varía la fortaleza de cada habano, la cual se complementa con la combustibilidad y el sabor que otorgan capote y capa, así como con el añejamiento final para darle una potencia característica a cada pieza. En el habano su potencia es la armonía que percibimos en nuestros sentidos de la vista, del tacto, del olfato y del paladar.
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Estos dos últimos son responsables de nuestro placer máximo y del acierto en la elección del tabaco que más nos complace.
El fumador, aún sin conocer exactamente el secreto que atesoran marca y vitola, debe saber qué esperar del habano elegido para concederle el espacio y el tiempo necesario para que se muestre toda su potencia, sus secretos y su dignidad.
La secreta elección de las hojas que conforman un puro, cinco diferentes, va más allá de la evaluación de su textura, olor primario y color; e incluso más allá de las conocidas calificaciones de volado, seco y ligero.
Si solo a esto nos refiriéramos las marcas de habanos fueran terriblemente similares, no existiría magia, ni tuviéramos la capacidad de elegir y regodearnos con ellas. El secreto de la potencia del habano, develado sólo en su sabia fumada, es ante todo una acertada definición de perfiles olfato gustativos que, como arcoíris, aporta cada vega y dentro de ella cada fortaleza.
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Por ello son genuinos e irrepetibles. Sabiendo esto, por años se mantienen las marcas obteniendo esta preciada entrega de los lugares de antaño en sus líneas clásicas y garantizando que en sus nuevos productos estén estos sellos.
Si bien el habano evoluciona en sus tres tercios de fumada, aumentando su entrega organoléptica y por ende su potencia para placer del fumador, también evoluciona majestuosamente en el tiempo.
Y es que los procesos de afine de olores y sabores que se inician con la cura de cada fortaleza, su fermentación y reposo antes de conformar un habano, continúan lentamente en los puros ya listos.
El habano equilibra y mejora su secreto en el tiempo bajo rigurosas condiciones de humedad y temperatura. Un habano fresco tendrá una potencia creciente en sus tres tercios, mientras que un habano añejado mostrará la evolución creciente de su potencia al punto de lograr perfiles olfativos independientes en cada bocanada, similar al limpio corte de un pastel.
El fumador verdadero es un maestro de su olfato y paladar. El placer para el fumador está en develar estos perfiles únicos para marca y vitola. El tiempo de reposo y añejamiento son por tanto aliados importantes para el disfrute de un habano.
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Y aunque cada marca muestra su potencia de forma diferente para beneplácito del fumador, es importante saber qué buscar en ellas luego del reposo necesario de los puros. La base real es que todos huelen y saben a tabaco negro cubano, en cualquiera de sus estados deseados… y en muchos casos su potencia irá creciendo con el tiempo de añejamiento.