Copas para el calor

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Por: César García
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Copas para el calor

El verano ha llegado y con él se suscita un cambio en los patrones estéticos y gustativos en el mundo de las bebidas gourmet, a tener en cuenta para disfrutar a plenitud de ellas. Con la llegada de los calores del verano, quedan a un lado las propuestas tonificantes, que nos devuelven el aliento y nos confortan en días grises, los vinos tánicos y corpulentos diseñados para proveernos de ánimo y nuevos bríos, y las bebidas ardientes que a sorbos fortifican el cuerpo.

En las horas calurosas, los protagonistas son productos naturales, combinaciones simples, cocteles escarchados, vinos jóvenes, chispeantes, bebidas gélidas que sacian la sed y alegran el espíritu.

Para el disfrute de la vista y el paladar se ponen de moda los afamados cocteles tropicales: Margaritas y Daiquiries saborizados con sus infinitos sabores y colores, apetitosas Piñas Coladas, Cubatas adictivos y equilibrados, Mojitos que con su aroma advierten el verano, deliciosas Caipiriñas cítricas y azucaradas, ponches de frutas, sangrías, limonadas, zumos naturales, cervezas ligeras y seductoras, y aguas minerales saborizadas.

De este festín caluroso no están exentos tampoco los vinos. En los restaurantes, al fresco de las tardes, se descorchan excelentes cavas, espumantes o frizzantes.

En las copas anchas se desdoblan vinos blancos, francos, delirantes, procedentes de cepas como la Riesling, Albariño, Pinot Grigio, Muscadet, Chardonnay, Viognier, Sauvignon Blanc, Gewüztraminer, Chenin Blanc. Son vinos blancos con alta acidez y aromas primarios muy marcados. Aunque también podemos decantarnos por los rosados servidos bien fríos, que susurran como el mar, sobre todo si son provenientes de regiones que tradicionalmente tienen excelentes añadas como Provence, Anjou, Navarra o países como Portugal.

Luego llegan los tintos jóvenes que limpian el paladar de parrillas y brasas, servidos ligeramente fríos para que desborden su fruta paradisíaca, máxime sin los Beaujolais, Valpolicellas, Barberas, Bonardas, Merlots, Pinot Noirs, Tempranillos, Garnachas, Sangioveses, o Shiraz, vinos todos placenteros y desmitificados.

Y para el buen final de una cena o almuerzo de verano nada mejor que los rones dorados, los tequilas reposados, los whiskies a la roca melosos y estilizados, el calvado glorioso, los vodkas saborizados, los orujos de hierbas, las grappas y los licores, los capuchinos helados, todos causantes de sonrisas satisfechas y cuerpos desenfadados, que junto a las puestas del sol eternas o la música inquieta hacen renacer lo gourmet de la vida.

“Del festín caluroso no están exentos los vinos, sobre todos los cavas, espumantes o frizzantes, e incluso los blancos y tintos jóvenes”
 

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Por: César García