En el siglo XXI, una de las principales preocupaciones que enfrenta cualquier familia, es la relacionada con la dieta alimentaria. En los siglos precedentes se pensaba que una mesa bien servida, era aquella que reunía variados platos bien elaborados y presentados creativamente. La calidad nutricional de los mismos no centraba la atención de nadie, ni se tomaba en cuenta a la hora de seleccionar el menú que este respondiera a una dieta sana y adecuadamente balanceada. En la actualidad existen numerosas dietas, entre las que se encuentra la dieta mediterránea a la cual voy a dedicar mi atención en esta oportunidad.
Esta dieta es un estilo de vida que combina ingredientes de la agricultura y propiedades culinarias de cada región. Países como Albania, España, Italia, Grecia y Malta, entre otras naciones de la cuenca mediterránea, la tienen incorporada en sus hábitos alimenticios y cada uno de ellos la siente como suya y le proporciona sus características propias.
En el año 1938 el Dr. Leland Allbaugh- epidemiólogo norteamericano- estudió este tipo de alimentación en la isla de Creta y posteriormente en el año 1950, el fisiólogo estadounidense Ancel Key la difundió mundialmente al estudiar la relación entre la dieta, las enfermedades coronarias y el colesterol. Desde aquellos tiempos hasta la actualidad, se han desarrollado diversos estudios liderados por organizaciones internacionales como la FAO, relacionados con la importancia de la alimentación saludable en los diferentes países.
A principios del siglo XX los especialistas ya debatían las particularidades de la referida dieta y sus formidables beneficios para el ser humano en fórums y se apoyaban en revistas y diversos medios de comunicación para su divulgación. Muchas personas se han preguntado en qué consiste la “dieta mediterránea” y cuáles son sus características y ventajas. La apreciada dieta, tiene como principal característica su preferencia por las frutas, vegetales, legumbres, pastas, patatas y frutos secos, los que deben consumirse frescos. Se incorporan los lácteos como el queso y el yogurt, a los que se concede especial importancia por su aporte proteico. La “dieta mediterránea” señala que todos los alimentos deben utilizar para su cocción o aderezo el aceite de oliva.
En la dieta mediterránea se incluyen también, desde hace mucho tiempo, los pescados. Se da preferencia a los azules, como: atún, bonito, caballa, boquerón, sardina y el salmón. En la dieta mediterránea se ha propuesto la sustitución de la sal por las hierbas aromáticas de origen natural, para el aderezo de las comidas, tomando en cuenta que el Cloruro de Sodio en grandes cantidades provoca hipertensión y variados riesgos para la salud. No debe obviarse, que la citada dieta incluye tomarse una copa de vino en las comidas -preferiblemente tinto- lo que resulta agradable al paladar y es una excelente decisión para mejorar el riego sanguíneo.
Me pregunto: ¿Qué hay de común en estos alimentos y por qué son beneficiosos para la salud? Las frutas y las verduras, son comestibles ricos en fibra dietética y al consumirlos se asegura un aporte suficiente de vitaminas, minerales y antioxidantes para el equilibrio metabólico del organismo humano. Contribuyen a mantener el cuerpo y la mente sanos, en un perfecto equilibrio. A su vez, los ingredientes asociados a la dieta mediterránea, reducen el colesterol sanguíneo, por lo tanto, coadyuvan a mejorar los niveles adecuados de glucosa en la sangre y previenen la diabetes.
El pescado, que se inscribe en esta dieta, de manera general, es muy rico en proteínas de alto valor biológico. El porcentaje de grasa depende de la especie; el pescado blanco apenas la contiene, mientras que el pescado graso (azul) es rico en ácidos grasos insaturados (omega 3). Estos peces constituyen, además, una importante fuente de vitaminas hidrosolubles (tiamina, ácido fólico y B 12); a la par brindan un aporte significativo de yodo. También contienen vitaminas liposolubles como la E, A y la D, abundantes en el hígado de estos animales. La dieta mediterránea observada en Grecia, prioriza este tipo de pescado.
Los frutos secos –oleaginosos- como las avellanas, las almendras, las nueces, los piñones y los pistachos, son ricos en fibra y en vitaminas E, complejo B y minerales como potasio, fósforo, calcio, y magnesio; además poseen ácidos grasos esenciales como el oleico y el linoleico.
El aceite de oliva, sobre todo el extra virgen, de imprescindible uso en la “dieta mediterránea”, en su constitución química contiene componentes de ácidos grasos insaturados, sobre todo el ácido oleico. Además, actúa sobre la agregación plaquetaria, la hipertensión arterial y la inflamación. De acuerdo con los últimos estudios epidemiológicos, esta clase de aceite puede prevenir algunos tipos de cáncer, porque contiene polifenoles, compuestos con actividad anticancerígena.
Los cereales, imprescindibles en la dieta mediterránea, se consumen -entre otros de lugares- en la isla italiana de Cerdeña, caracterizada por preferir una dieta en la que el pan de grano entero ocupa el lugar cimero. Sin embargo, en la zona del norte de África, el trigo integral se ha disfrutado tradicionalmente en forma de cuscús. La harina de maíz, se transforma a lo largo de todo el Mediterráneo en pan de maíz dulce y se le utiliza en platos tradicionales como las gachas españolas, la polenta italiana y el kachamak de Turquía.
Después de la cebada, el arroz es el grano que alcanza mayor producción a nivel mundial, se cultiva en gran parte del planeta y es un alimento básico en culturas como la asiática. Son célebres las paellas y arroces españoles, así como el risotto italiano. Teniendo en cuenta lo expresado con anterioridad se puede proponer a los que adoptan la dieta mediterránea el siguiente desayuno ideal: Leche o productos lácteos, pan, cereales o derivados, frutas o zumos de frutas y fiambres no grasos como el jamón serrano español.
En las últimas décadas muchas voces se han alzado para alertar a los países con costas en el Mar Mediterráneo, en particular España, del paulatino abandono de la dieta mediterránea. El 16 de noviembre de 2010, esta dieta fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, durante la V reunión del Comité Intergubernamental de la UNESCO celebrada en la ciudad de Nairobi. Esta propuesta, fue presentada de manera conjunta por un grupo de países de la cuenca mediterránea, con el objetivo de preservar su inapreciable legado cultural.
Muchos afirman que disfrutar de una buena salud es una cuestión genética, pero obvian que la dieta que consumimos diariamente puede ayudarnos mucho a conservarla y también a mejorarla. Considero que la labor de promoción de los efectos beneficiosos de la dieta mediterránea en la salud humana, es muy importante para las actuales y futuras generaciones, debido a que la divulgación coadyuvará a la prevención de algunas importantes enfermedades como las cardiovasculares, el cáncer y la diabetes.