Hay cosas que llevan tan dentro los españoles de las que ni se dan cuenta, pero cuando lo advierten se sienten orgullosos de su raíz y de sus señas identitarias fuera de lo típico como la excesiva gesticulación con las manos al hablar, dar dos besos al saludar, inventar letras para un himno puramente melódico… o beber café con hielo cuando llega el verano.
Cuando llega la época del calor, los españoles cambian sus hábitos: es el momento de pedir café con hielo. Es un procedimiento tan simple como echar el café a un vaso con hielos, pero no al revés. Es una tradición, un arte, una experiencia, que es fácil de ver en cualquier terraza de España en el verano.
Café con hielo y café frappé no son lo mismo
Una de las preguntas que más se repiten los turistas es por qué se le echa el café al hielo y no hielo al café. La mejor parte es que no hay una respuesta correcta, sino que es simplemente lo que se lleva haciendo “toda la vida”.
Fuera de España, es más común ver el café frappé en manos del consumidor, una mezcla entre el café con hielo y el café con leche o café latte, ya preparado en un vaso con hielos, y normalmente para llevar. En España, suelen encontrarse de este tipo en cafeterías de especialidad.
Unos “tips” para mimetizarse con la cultura de terraza
Sin embargo, en lo sencillo está la belleza más intrínseca. El arte del café con hielo tiene varios elementos comunes: una taza de café como cualquier otra, un vaso de cristal aparte con uno o dos hielos y un ensayado movimiento de muñeca. Con la inclinación perfecta de los recipientes, conseguirás no derramar ni una gota de café en la mesa, aunque ni la mano más experta se escapa de que le ocurra en alguna ocasión.
Aun así, si visitas España o nunca has pedido el tipiquísimo café con hielo y te apetece hacerlo de una vez, te vamos a facilitar unas cuantas recomendaciones para que te conviertas en uno más.
- El azúcar siempre se echa al café antes de volcarlo en el hielo. Si lo haces después, no se disolverá y te costará endulzar la bebida.
- El vaso de cristal, cuanto más pequeño, mejor. Lo más óptimo es tener tan solo un hielo en el vaso para que no se agüe en café al pasar un rato, más si hace calor, y con una copa más grande se suele pecar de añadir demasiados cubitos.
- Si lo haces en casa, es un gran recurso tener una cubitera en el congelador llena de cubitos de café congelado para evitar que el café contenga demasiada agua y pierda su sabor intenso.
- Más cerca de la costa, al café con hielo se le suele llamar “café del tiempo”. Además, en algunas zonas, aparte del hielo, lleva una pequeña rodaja de limón o un trozo de canela en rama, en ambas ocasiones, siempre que el café sea espresso, a modo de infusionar sabores sin quitarle el amargor al café, pero con un toque aún más refrescante.
- Si eres un poco más fino, en las cafeterías de especialidad encontrarás el coldbrew, un tipo de preparación cafetera que implica mezclar el café dentro del filtro con agua mineral fría y dejarlo reposar en nevera entre 12 y 20 horas. ¿Frío y con hielo? Bendito verano.