
La vitamina K es ampliamente reconocida por su papel en la coagulación sanguínea. Su presencia en el cuerpo ayuda a que, ante una herida, los vasos sanguíneos afectados se contraigan, lo que disminuye el flujo de sangre. Además, esta vitamina juega un papel importante en la retracción y reparación de los tejidos dañados.
Aunque esta función es fundamental, la vitamina K también tiene otras propiedades destacadas. Desde Neolife, expertos en medicina antienvejecimiento, subrayan su relevancia en varios aspectos:
Primero, la vitamina K2, que se encuentra en alimentos fermentados como quesos, chucrut y natto, así como en pescados como el salmón y la caballa, y en productos de origen animal como el pollo y el hígado, ofrece protección contra las enfermedades cardiovasculares, especialmente al prevenir la calcificación arterial en la edad adulta.
Estefanía Álvarez, nutricionista de estos centros, menciona que esta vitamina es particularmente beneficiosa para personas mayores, especialmente mujeres posmenopáusicas, ya que activa la osteocalcina, una proteína crucial para la correcta mineralización de los huesos, ayudando a fijar el calcio en ellos.
En el contexto del envejecimiento, especialmente en lo que respecta a la salud neurológica, la especialista señala que la vitamina K es vital para la producción de esfingolípidos, compuestos fundamentales para la estructura y función de las membranas celulares neuronales. Niveles bajos de esta vitamina se han asociado con un mayor riesgo de deterioro cognitivo y enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer y el Parkinson.
Además, su efecto antiinflamatorio puede contribuir a disminuir el estrés oxidativo y proteger el cerebro de los daños relacionados con el envejecimiento.
Por último, es importante destacar que mantener niveles adecuados de vitamina K está relacionado con una menor incidencia de diabetes tipo 2 en adultos mayores, ya que estimula la osteocalcina activa, una proteína que mejora la sensibilidad a la insulina.
¿Dónde se puede encontrar la vitamina K?
Además de los alimentos ricos en K2 mencionados anteriormente, la vitamina K1 se halla en verduras como espinacas, col rizada, lechuga, brócoli y coles de Bruselas. También está presente en algunas frutas, como aguacate, kiwi, uvas verdes y ciruelas.
La ingesta dietética recomendada es de 70 microgramos diarios de vitamina K1. En ciertos casos, como en personas con riesgo de osteoporosis, enfermedades cardiovasculares o resistencia a la insulina, la suplementación con vitamina K2 puede ser beneficiosa, siempre bajo la supervisión de un médico, concluye Álvarez.