Grosella negra, la fruta contra el glaucoma

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Gabriela Sánchez
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Muchas veces en la naturaleza, se hallan los mejores aliados de la salud. La grosella negra, o también llamada cassis es uno de esos frutos cuyo tamaño es inversamente proporcional a sus virtudes, sobre todo para la visión. Justo cuando transcurre la Semana del Glaucoma, te contamos de esta baya de sabor tan intenso como su color y a la que se le atribuyen grandes beneficios en el cuidado preventivo de esta silenciosa enfermedad.

Originaria del norte de Europa y Asia, la Ribes nigrum crece en racimos de pequeñas esferas de piel brillante, casi negra. Pero ese cuerpo tan diminutivo viene cargado de antocianinas: pigmentos vegetales poseedores de potentes efectos antioxidantes. La fruta ha sido consumida históricamente en mermeladas, jarabes o infusiones. 

Una aliada en la prevención del glaucoma

Los estudios científicos coinciden en que esta patología crónica suele avanzar sin síntomas evidentes hasta etapas avanzadas, por lo que adoptar medidas preventivas desde la alimentación puede marcar una diferencia. Particularmente, la grosella negra ha despertado el interés de la comunidad científica. En Journal of Ocular Pharmacology and Therapeutics las investigaciones han apuntado que el consumo regular de cassis podría ayudar a detener la progresión de la enfermedad que puede derivar en ceguera total, o al menos a mitigar sus efectos.

El “ingrediente mágico” detrás de tales virtudes son las antocianinas, sustancias que aumentan el flujo sanguíneo en los nervios ópticos y los tejidos oculares, ayuda a la oxigenación y reduce la presión intraocular. Asimismo, se han observado beneficios en afecciones como la retinopatía diabética,  las oclusiones venosas y arteriales retinianas. 

¿Cómo consumir grosella negra?

Lo mejor de la grosella negra  es su versatilidad para insertarse en la dieta cotidiana. Desde yogures, batidos, mermeladas hasta ensaladas o incluso como infusión, la fruta tiene cabida para ser parte de platos dulces y salados. 

Pero, incluso en caso de que no te gustara su sabor, puedes incorporarla a tu alimentación a partir de su consumo a modo de suplementos, en polvo, cápsulas o extractos. Aunque, claro, la más sana y efectiva siempre será  en su estado natural. A fin de cuentas, la conclusión es que no caben excusas para darles un hueco.

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Gabriela Sánchez