Las uvas no siempre fueron tradición de Nochevieja... y hoy sin ellas España no cambia de año

Las uvas no siempre fueron tradición de Nochevieja... y hoy sin ellas España no cambia de año
Lo que empezó como una estrategia comercial para deshacerse de un excedente se transformó rápidamente en una costumbre popular a la española: siempre compartiendo el momento.
Uvas de Nochevieja
Uvas de Nochevieja
Monday, December 29, 2025 - 17:00

Parece imposible imaginar una Nochevieja española sin uvas, campanadas y ese momento de pánico colectivo cuando suenan demasiado rápido. Pero lo cierto es que la tradición de las 12 uvas es relativamente reciente y, como muchas buenas historias gastronómicas, nació de una mezcla perfecta entre exceso de producto, ingenio comercial y sentido del humor popular.

A finales del siglo XIX y principios del XX, la aristocracia española ya celebraba el cambio de año con uvas y champán, copiando las costumbres francesas. Sin embargo, el pueblo llano no participaba de ese ritual. Fue en 1909, cuando una cosecha excepcionalmente abundante de uva en el Levante español, especialmente en Alicante y Murcia, provocó un excedente difícil de colocar en el mercado.

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Una solución comercial brillante 

La uva se convirtió en un símbolo de buena suerte, por lo que se trató de la excusa perfecta para asociarla al cambio de año. Los productores y comerciantes promovieron la idea de comer una uva por cada campanada para atraer prosperidad en el año entrante. Lo que empezó como una estrategia comercial se transformó rápidamente en una costumbre popular a la española: siempre compartiendo el momento. 

Por eso es que el ritual tenía algo irresistible: era barato, fácil de replicar y colectivo. Comer uvas al mismo tiempo, frente al reloj —primero en plazas, luego frente a la radio y más tarde frente al televisor— convirtió el gesto en un acto social, casi coreografiado, que unía a todo el país durante doce segundos eternos.

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Las tradiciones se adaptan a los tiempos, pero el espíritu queda intacto

Con el paso de las décadas, la tradición se consolidó y se sofisticó. Llegaron las uvas sin pepitas, los envases preparados, las latas “antiahogo” y hasta versiones alternativas para los menos valientes: gominolas, aceitunas, trozos de chocolate o incluso quesos. 

Hoy, más de un siglo después, las uvas son un símbolo de identidad y nación. Representan esperanza, deseo de prosperidad y ese pequeño caos compartido que marca el inicio del año. 

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