Si padece de insomnio es probable que esto se deba a un desajuste hormonal, periodos de estrés o los hábitos inadecuados de descanso y, por supuesto, algunos alimentos y la forma en que los ingerimos.
En primer lugar es muy importante tener conciencia de que las bebidas estimulantes, por su contenido en cafeína, excitan el sistema nervioso. El efecto de una taza de café puede llegar a durar hasta seis horas. Las bebidas carbónicas con gas, si llevan cafeína, dificultan el sueño.
El alcohol en pequeñas cantidades ayuda a dormir, pero a medida que el organismo lo metabolisma, vuelve el insomnio.
La nicotina es un potente estimulante, es por ello que te aconsejamos evitar fumar dos horas antes de acostarte.
El chocolate y las especias también son estimulantes y dificultan el sueño. Prescinde de ellos en la cena.
Las carnes rojas son ricas en proteínas y reducen la producción de serotonina, por lo que impiden conciliar el sueño en personas sensibles. Tómalas solo en la comida.
Los platos grasos son difíciles de digerir y pueden provocar ardor de estómago, lo que no favorece el descanso. Opta por platos a la plancha, al vapor o en papillote, debido a que resultan más ligeros y digestivos.
Los sabrosos quesos curados generan una acción hipertensora y estimulante del sistema nervioso por su contenido en sodio.
Una regla de oro es no irte a la cama con hambre, ya que un estómago molesto es el mejor aliado del insomnio.
Tampoco es aconsejable comer en exceso, ya que una cena pesada puede desvelarte. No te acuestes con el estómago lleno, pues dormirás en una posición que favorece el paso de los ácidos y jugos gástricos al esófago, provocando acidez y malestar.