Los amigos tienen mucha influencia en el tipo de alimentos que comen nuestros hijos, y por eso, los padres comienzan a perder control de lo que consumen sus hijos tan pronto comienzan a ir a la escuela.
Connie Schneider, nutricionista de Extensión Cooperativa de la Universidad de California habla de los factores que intervienen en la formación de los hábitos alimenticios y ofrece algunos consejos para que los padres puedan enseñar a sus hijos a adoptar una alimentación sana, antes de que factores externos comiencen a influir en lo que comen.
“Normalmente para cuando el niño está en 4 ó 5 grado, es cuando el niño empieza a ser más independiente en lo que come. Para enseñar a sus hijos a seleccionar y comer alimentos sanos, los padres tienen desde que el niño comienza a comer comida sólida, un poco después de los seis meses, hasta los 9 ó 11 años de edad. Ojalá que para entonces los padres hayan establecido una buena base para el crecimiento de los niños porque, a partir de esa edad, van a comenzar a seleccionar su comida de manera más independiente”, indica la especialista.
Schneider dice que cuando el niño es muy pequeño, es la responsabilidad de los padres asegurarse de qué es lo que su niño come, cuándo lo come y dónde lo come. “Los padres deben darle una comida saludable a sus hijos y asegurarse de que por lo menos haya un alimento en la comida que realmente les gusta; también se les debe dar a probar diferentes alimentos a los niños desde pequeños para que conozcan todo tipo de sabores dulces como la pera y otros sabores que no lo son tanto, como el brócoli”, agrega Schneider.
La nutricionista explica que la percepción de los sabores podría arrancar desde que el niño nace, pues hay estudios que indican que a través de la leche materna el bebé empieza a acostumbrarse a ciertos sabores. “Cuando se amamanta al bebé, todos esos diferentes sabores de la comida llegan a través de la leche materna, y se ha pensado que esto afecta las preferencias del bebé por los alimentos. Pero lo mejor es dar el ejemplo al hijo”, agrega Schneider.
“No sólo los amigos pueden influir en lo qué le gusta y no a sus hijos; los papás son los primeros maestros del niño, y la mejor manera de enseñar a los hijos a comer una variedad de alimentos es cuando los padres consumen los alimentos que esperan que su hijo se coman”, indica Schneider.
Y para enseñar a los niños a probar varios tipos de los alimentos, los padres deben asegurarse de que en el plato haya por lo menos un alimento que realmente le gusta al niño, y agregarle gradualmente nuevos alimentos para que el niño aprenda a comer de todo.
Hay que tomar en cuenta que la percepción de los sabores de los niños es mucho más fuerte que la del adulto, pues los niños tienen muchas más papilas gustativas que un adulto y eso hace que el sabor se intensifique.
Las papilas son los órganos sensoriales que hay en la lengua y su misión es ayudar a percibir los sabores: dulce, salado, ácido o amargo.
Schneider indica que los alimentos que son menos populares entre los niños son aquellos que tienen más textura como las verduras y los granos enteros. “Por ejemplo el brócoli y la coliflor, sino están cocinados correctamente, es probable que tengan un sabor amargo y la gran cantidad de papilas que tienen los niños hará que el sabor amargo se intensifique y eso no le va a gustar al niño”, afirma la especialista.