Justo a las 12 del día bulle la esquina de Obispo y Monserrate, en la céntrica Habana Vieja. Tras las paredes del Floridita los cantineros ultiman detalles: uniformes listos, copas en su sitio, limón, azúcar, hielo triturado, ron y Marrasquino. De las paredes hacia afuera, un ejército de turistas aguarda por el gran momento: conocer la Cuna del Daiquirí, ese mítico lugar que enamoró, como ningún otro, al “Papa” Hemingway.
Se abre el portón y la función empieza. En pocos segundos los sedientos visitantes ocupan la barra, las mesas, y todo sitio donde quepa un alma. Comienza la música, se encienden las batidoras, y el daiquirí cobra vida.
Un alto para El Constante
No existen registros de la fecha exacta en la que abrió sus puertas por primera vez, en el año 1817. Quizás porque nadie imaginó que este lugar, que nació siendo un simple bodegón llamado La Piña de Plata, llegaría a convertirse en una leyenda de la coctelería universal.
Fue casi un siglo después de su apertura, tras la instauración de la República en 1902, que cambiaría su nombre a “La Florida”. Y por alguna razón años más tarde los propios clientes comenzaron a llamar al asistido bar “Floridita”, nombre que aún conserva en la mítica.
El calificativo de “Catedral de la Coctelería” le llegaría a este bar a partir de 1914, cuando se incorporó a trabajar en la barra un inmigrante cantinero español, Constantino Ribalaigua Vert, nombrado “El Constante”. En 1918, pasa a ser propietario del lugar junto a dos empleados más. Para entonces, ya era un reconocido maestro en el arte de la coctelería que dominaba a la perfección los secretos de las bebidas y sus mezclas.
A Constante, considerado como el padre de los cantineros de Cuba, se debe la creación del Daiquirí Floridita. A diferencia del original, nacido en las Minas de Daiquirí de Santiago de Cuba, el Floridita se frappea en batidora y se le agrega marrasquino, lo cual le aporta un toque especial.
“El mejor daiquirí se hace aquí, eso lo puedo garantizar. Yo los he tomado en otros lugares de Cuba y del mundo y no es igual. Nuestra receta tiene un componente de tradición que hemos sabido transmitir por generaciones”, afirma Ariel Blanco Rodrigo, actual Director del Floridita, perteneciente hoy a la Empresa Extrahotelera Palmares de Cuba.
El despacho de Hemingway
A finales de los años 20, cuando escribía el borrador de “Por quién doblan las campanas”, llegaría por primera vez a este sitio el célebre escritor norteamericano y Premio Nobel de Literatura Ernest Hemingway.
“Las personas piensan que el escritor era un cliente asiduo, pero en realidad puede decirse que él vivía en el Floridita”, relata el directivo.
Se dice que no dejó de visitarlo ninguno de los días que estuvo en Cuba. Convirtió en su despacho una de las esquinas de la barra, donde le daba forma a alguna de sus historias y donde recibía a actores reconocidos y personalidades de la política internacional.
“Como Hemingway era diabético, Constante creó un daiquirí especial para él, el famoso Papa Doble, hecho con toronja y sin azúcar. Fue llamado así por el apodo del escritor y porque lleva el doble de cantidad de los ingredientes”, explica.
La emblemática escultura de bronce de Hemingway, que reposa en el que fuera el asiento habitual, se incorporó en el año 2003. La obra, del artista José Villa Soberón, se creó a partir de retratos y fotografías del escritor. Hoy día los camareros del establecimiento todavía le sirven su copa.
El Floridita: Local gastronómico más antiguo de Cuba
El Floridita está considerado el local gastronómico más antiguo de Cuba y posiblemente de América Latina, que conserva el diseño y parte del mobiliario original de inicios del siglo XX.
La forma del bar-restaurante responde a la forma de la bahía de La Habana, con una entrada estrecha que se ensancha en la medida en que el cliente se adentra hacia su interior. Las paredes del restaurante, decorado con murales, simulan estar rodeado por astilleros de la época, con una vista de la iglesia de Regla.
En 1953 la Revista “Esquire” reconocería este lugar como uno de los 7 bares más famosos del mundo y en 1992 se le concede el Premio Best of the Best Five Star Diamond Award de la Academia Norteamericana de Ciencias Gastronómicas como el Rey del Daiquirí y Restaurante especializado en pescados y mariscos más representativo.
Fue también en este lugar que en el año 2012 se elaboró el primer daiquirí gigante, compuesto por 275 litros.
“Aquí se han realizado también VIII ediciones del Rey del Daiquirí, competencia de coctelería en la que participan cantineros de todas partes de Cuba y del mundo. Este año, por el 200 aniversario, se organizó el Rey de Reyes, en el mes de octubre, en el que competieron los ganadores de las ediciones anteriores por el título de mejor elaborador de Daiquirí del mundo. Después de tres jornadas eliminatorias, el cubano Adrián Ravelo, bartender del Hotel Habana Libre se coronó “El Rey de Reyes”, con el coctel bautizado como Bella Doncella.
La Habana ha sido declarada Capital Iberoamericana de la Coctelería 2018, designación que se tomó en la última Junta Directiva de la Academia Iberoamericana de Gastronomía, que tuvo lugar en Buenos Aires en el mes de septiembre de 2017 y que contó por vez primera con la presencia del presidente de la Cátedra Cubana de Gastronomía y Turismo, Jorge Méndez..