Al menos de momento, todos los indicios apuntan a que el proclamado calentamiento global no ha supuesto problema alguno para los viñedos de la Ribeira Sacra. Por el contrario, el cambio climático incluso podría haber contribuido a mejorar la calidad de los vinos favoreciendo la madurez de la uva.
Es una conclusión que puede resultar chocante, pero para algunas bodegas los controles de maduración de las últimas vendimias no dejan lugar a dudas. Aun admitiendo esta realidad, otros profesionales del sector se muestran más prudentes y prefieren hablar de un ciclo a la espera de nuevas cosechas que permitan contrastar los datos de las campañas más recientes en esta denominación de origen.
«Non hai moito tempo, nas datas nas que se veñen realizando as últimas vendimas sería imposible xuntar, como estamos facendo nós, 170.000 quilos de uvas de distintas subzonas con case trece grados de media», explica Xosé Manuel Moure, de Adegas Moure. Esta bodega recoge uvas mediante contratos con los propietarios en viñedos situados en diferentes puntos de la denominación de origen, en las que lleva a cabo sistemáticamente controles de maduración para establecer las fechas idóneas para la vendimia.
José Manuel Moure percibe una clara coincidencia entre los cambios registrados de un tiempo a esta parte en la viticultura y las advertencias sobre la consolidación del cambio climático. «Antes había máis tempo para facer a vendima porque entre as viñas máis precoces e as últimas en madurar podía existir unha diferencia de quince días. Dende hai tres anos a maduración acelerouse e tes como moito dez días para recoller a uva nas distintas zonas, pois do contrario a uva pásase e veñen os problemas de sobremaduración», argumenta el bodeguero.
Grado inusual
Adegas Moure recogió en la última cosecha 170.000 kilos de uvas con un grado alcohólico medio de 12,8, un dato significativo si se tiene en cuenta que las viñas controladas por la bodega se reparten entre lugares tan dispares como A Sariña o Espasantes. «A Cova e Portotide foron e seguen sendo as ribeiras de maduración máis precoz, pero no resto se antes tiñas tres semanas para vendimar agora son solo dúas no mellor dos casos», detalla Xosé Manuel Moure. De acuerdo con sus cálculos, desde que ha tomado cuerpo el fenómeno del calentamiento global los vinos han ganado una media de un grado de alcohol y se ha producido una caída apreciable en los niveles de acidez.
Otras voces, sin embargo, son menos categóricas en su análisis de la repercusión del cambio climático sobre la viticultura en la Ribeira Sacra «Está claro que hubo cambios en la maduración, que se tiende a vendimiar un poco antes y en menos tiempo. Pero habría que ver si todo esto es el resultado del cambio climático o de un ciclo, o si también ha podido influir una viticultura que da unas uvas cada vez más sanas y cuidadas», opina Ana Belén López, técnica del consejo regulador.
Desde al año 2000, cuando realizó por vez primera controles de maduración en la Ribeira Sacra, el contexto meteorológico de las vendimias ha cambiado significativamente. «Empecé en un año lluvioso en el que no se pudo recoger la uva hasta pasado el día de San Mateo y luego vinieron varias vendimias con olas de calor. El año pasado fue algo más parecido a lo de antes, pero tampoco exactamente igual», sostiene Ana Belén López. Sea consecuencia del cambio climático o un mero ciclo, la tendencia en los últimos años apunta, a su juicio, «a que se vendimie un poco antes y que la recogida de la uva esté acabada en la mayoría de los casos en poco más de una semana».
Cosechas escasas
Manuel Gómez, de la bodega Val de Quiroga, también se muestra prudente a la hora de valorar la incidencia del cambio climático «O tempo sempre estivo marcado por ciclos. O incidencia do cambio climático púidose notar no 2006, pero o ano pasado xa foi bastante normal», sostiene el bodeguero. Desde su punto de vista, frente a las «secas puntuais» que condicionaron algunas cosechas recientes, en los últimos años se están registrando niveles de precipitaciones que se pueden considerar normales. Respecto a la mejora en el grado alcohólico de los vinos, apunta a que los temores sobre la incidencia del calentamiento global «coincidiron con colleitas non moi abondosas».
