Siempre habrá un Habano hecho a nuestra medida. Tiene que ser de ese modo cuando existen 27 marcas con más de 250 productos definitivamente de lujo y diferentes. Donde es tan amplia la posibilidad de elección, lo innegable es que en la selección juega un papel esencial la decisión personal.
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Como asegura el refrán: para gustos... vitolas. Algunos prefieren Habanos más pequeños, otros buscan los que más se acercan a los 23 cm. En ciertos casos, lo que determina es el cepo, el aroma o el sabor, la manera como arde o si es mayor o menor la cantidad de volutas de humo que produce. Tal vez los que no son tan experimentados, se guíen, en un primer momento, en la fama que precede a estos puros elaborados Totalmente a Mano, amparados por la Denominación de Origen Protegida Habanos* (D.O.P.).
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No obstante, existen criterios que pueden tomarse en consideración para lograr una fumada plena y placentera.
Claves para disfrutar el Habano
1- En la selección del puro casi siempre media una previa visualización, una primera mirada con la que se busca el color perfecto y homogéneo de la capa. Después de ese acercamiento, los fumadores expertos por lo general toman varios y los revisan táctilmente, los palpan con suavidad; y al final, escogen aquel que perciben consistente, pero no duro.
2- Oler el habano también es frecuente en esta especie de preámbulo. Sin encender, su aroma todavía conecta con el olor de la naturaleza, del campo y ello resulta un adelanto del sabor que puede obsequiarnos el puro, ya humeante.
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3- No debe faltarnos la guillotina o tijera especial de corte, comúnmente conocida como cortaperilla. Este utensilio garantiza retirar una parte del gorro de manera curiosa y con el diámetro suficiente, sin afectar la capa
que lo envuelve, sin degradar su elegancia.
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4- El encendido es un momento crucial. Elegir para ello un encendedor de gasolina, fósforos de cera o una vela le restará encanto y contaminará el aroma del Habano. Lo ideal es hacerse de una reserva de fósforos de madera o de algunas laminillas de cedro, los cuales siempre se encuentran disponibles en las Casas del Habano que está distribuidas por el mundo.
5- Los buenos fumadores toman el puro en la mano y lo colocan en forma casi horizontal, acercándole la llama. Se aconseja hacerlo girar para que el fuego encienda la boquilla lo más parejo posible. Luego se lleva a la boca, manteniendo cerca la llama, y se aspira varias veces, dándole otras vueltecitas entre los labios. Por último, se sopla con suavidad sobre el extremo encendido y así se comprueba que la boquilla arde uniformemente.
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6- A intervalos, se aspira y el humo se saborea y disfruta, pero sin inhalarlo. El habano arderá lentamente y le acompañará generando estelas blanquecinas de un aroma muy peculiar durante un largo rato. La ceniza va creciendo en el extremo encendido, pero no hay que sacudirla, pues caerá sola por su propio peso en el cenicero cuando se le otorgue un descanso al puro.
7- Dependiendo del grosor (cepo) y longitud, el tiempo de fumar será más corto o más largo. No obstante, debes saber que un habano de ley garantizará una placentera fumada que equivale a las tres cuartas partes de su tamaño. Ahora solo resta dejarse llevar por el instinto y elegir sin temor: un Habano nunca lo dejará indiferente. Y si lo fuma como Dios manda, de seguro lo llevará a la gloria.
Fuente: Revista Excelencias Turísticas y del Caribe & Las Américas No. 184