Aguas Finas con Tastevin

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Por: Sommelier Julio García
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Con la llegada del nuevo milenio y el desarrollo de la cultura gourmet ha llegado a las ciudades más “gastropolitas” del planeta una nueva estrella: el agua mineral.

Antes considerada simple, insípida e inodora, el agua ahora demuestra ser versátil y, llena de sensaciones, se pasea con sus diseños de buen gusto ante los paladares más exigentes.

Reconocidos hoteles y restaurantes en todo el mundo han introducido en sus cartas de bebidas aguas minerales de carácter internacional, como parte de una tendencia de consumo inherente a la calidad de vida.

El agua ha pasado de ser un producto necesario para convertirse en un lujo, con orígenes tan diversos como sus distintivos sabores y propiedades.

El mundo de las aguas minerales embotelladas en sus dos modalidades: naturales y efervescentes, ya no es tan sencillo como antes, ni se reduce a unas cuantas marcas archiconocidas como San Pelegrino o Agua Panna.

De hecho el consumo de aguas minerales se ha convertido en un segmento clave del mercado de las bebidas no alcohólicas, estimulado por el crecimiento de la población gourmet en las principales capitales del mundo y los patrones cambiantes de consumo hacia productos especializados más sanos y ecológicos con beneficios probados a la salud humana.


El sabor de las aguas minerales está influenciado directamente por su terroir, es decir por los minerales aportados en su lugar de origen, pues su disolución en el agua determina sus parámetros gustativos.

Se puede decir que las aguas ligeras con poco contenido mineral se asemejan a los vinos blancos. Poseen sabores francos, neutrales y son menos pesadas.

Mientras, las aguas con mayor contenido de minerales sólidos son como los vinos tintos, ya que poseen mayor cuerpo y son más potentes y expresivas, aunque no necesitan como ellos tiempo para suavizar sus taninos, pues su calidad no está determinada por su longevidad.

Como los vinos finos las aguas minerales más selectas también experimentan un ritual. Es por ello que recientemente ha surgido en la gastronomía moderna un nuevo personaje de salón, el Sommelier de aguas, el cual desmitifica cada día el concepto epicúreo de las aguas más afamadas del mundo y ejecuta el ritual asociado a su consumo

Entre las aguas más demandadas en el mundo destaca ‘Cloud Juice’, proveniente del agua de lluvia de Tasmania. Su producción es limitada y su sabor recuerda los frutos secos.

Otra muy famosa entre ejecutivos y artistas es la Fiji, que proviene de las islas del mismo nombre, y contiene seis litros de oxígeno en cada botella, características por las cuales se recomienda para mitigar los efectos de los vuelos a grandes alturas, además de poseer propiedades geriátricas, y ser recomendada para mantener la piel y el cabello sano.

Para los sibaritas es recomendable la denominada Agua de Whisky, “Speyside Glenlivet”, mineral y sin gas, procedente de las nieves filtradas por las rocas de las montañas, especial para realzar los sabores de una exquisita comida y por supuesto acompañar los whiskys escoceses puros de malta.

Para los clásicos nada hay como una botella de la muy exclusiva francesa “Chateldon”, la cual ha sido envasada desde 1650 en honor al Rey Luis XIV, y es rica en calcio, sodio y bicarbonatos.

También es muy común encontrar en las cartas de aguas de importantes establecimientos gastronómicos marcas como “La Karoo” cuyo nombre significa “lugar de sed”, pues proviene del centro de África y es considerada un agua virgen por su reconocida pureza al estar alejada de cualquier tipo de contaminación.

No faltan la noruega “Voss”, la inglesa “Ty Nant”, la “Apollinaris” procedente de Alemania, la “Antipodes” de Nueva Zelanda, la legendaria “Elsenham” inglesa, la “Lauquen” argentina procedente de los hielos de los Andes, o simplemente la mítica “Vichi” catalana, efervescente en la copa y el paladar, genuina por sus bondades medicinales.

Las aguas minerales ofrecen sin dudas a los gourmets un gran mundo de nuevas sensaciones; y a los sommelieres que suelen encantar a sus clientes con historias ocultas detrás de la etiquetas, un nuevo motivo para contar leyendas, detallar lugares de orígenes y circunstancias de embotellado, en aras de realzar la experiencia gastronómica del comensal más exquisito.

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Por: Sommelier Julio García