Cambio climático y vinos. Hacia un nuevo desafío

Creado: Dom, 14/11/2010 - 08:02
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Por: MsC. Gilda Nuñez Y Sommelier Odalys Morejón / Fotos: Alvite
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Cambio climático y vinos. Hacia un nuevo desafío

Imaginemos un mundo donde los mejores espumosos provengan de Surrey, al sur de Gran Bretaña y no de Champagne; un mundo en el que Noruega produzca delicados vinos Pinot Noir, Suecia los Rieslings de clase mundial y Alemania rutilantes vinos tintos…

Según la convención de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático este fenómeno, “atribuible directa o indirectamente a la actividad humana, altera la composición de la atmósfera mundial y se suma a la variabilidad climática natural observada durante períodos de tiempo comparables”.

De una forma un poco menos general, suele identificarse este término con el fenómeno de “calentamiento global”, expresado en el aumento de las temperaturas en la atmósfera terrestre y los océanos durante el transcurso de las últimas décadas, y en un crecimiento futuro de las temperaturas, si continúan las emisiones de gases de efecto invernadero, cuyo principal componente es el dióxido de carbono.

Por supuesto, los efectos de todo lo anterior sobre la vida en el planeta no se han hecho esperar, y uno de los renglones más sensible, ha sido precisamente la agricultura, específicamente en el cultivo de la vid y en la producción de vinos.

Los viñedos pueden desarrollarse en las más variadas condiciones climáticas, siendo las más favorables las que proporcionan un ambiente templado y más bien seco, con notoria luminosidad, largos veranos e inviernos no demasiado crudos, características que se unen a lo que aporta el “terroir” de cada región, su suelo, la orografía del lugar, la temperatura y el régimen de lluvias, entre otros aspectos.

Las regiones vitivinícolas están bien delimitadas, ocupando en el hemisferio norte la zona que se encuentra entre los 32 y 51 grados de latitud, y en el sur, entre los 28 y 44 grados; si bien es en el hemisferio norte donde se encuentra la mayor cantidad de tierra dedicada al cultivo y la producción de vinos.

Aunque el calentamiento observado durante el siglo XX influyó de manera positiva en la producción mundial, (particularmente la región de Alsacia y los valles del Rin y Mosela estuvieron entre los más beneficiados), existe una preocupación real por el panorama futuro.

Las modelaciones de los expertos auguran un posible aumento de la temperatura mundial promedio de 2 a 5 grados centígrados en lo que resta del presente siglo, lo cual traería aparejado un cambio radical del atlas mundial del vino.

Las franjas geográficas que ahora oscilan entre 10 y 20oC de temperatura, que incluyen a la totalidad de las regiones vitivinícolas actuales, experimentarán un progresivo desplazamiento hacia el norte y el sur, trayendo como resultado la aparición de nuevos polos productivos.

En las regiones de Argentina y Chile las viñas podrían extenderse cada vez más al sur de la Patagonia; aunque estos países poseen la ventaja competitiva que da la posibilidad de siembra a gran altura.

Un cambio más severo se pronostica en Europa, en donde se considera que el límite de los cultivos se está desplazando hacia el norte a razón de 10 a 30 Km cada década, es decir entre 1–3 Km anuales.

En España, por ejemplo, el cultivo de la vid puede ser inviable en Cataluña dentro de 40 años; y ya algunas bodegas están especulando sobre el pase de Tempranillo a Cariñena, por ser esta última una cepa más robusta. Los espumosos españoles también pueden resultar severamente afectados, debiéndose desarrollar el cultivo en zonas más altas.

Portugal se considera que ya está en fase de sequía, más se vislumbra aún cierto margen para enfrentar futuras temperaturas altas en las zonas de Douro y Dão.

Por el peso de los efectos del cambio en el patrón térmico sobre Francia, este país lidera muchas de las investigaciones que se realizan sobre adaptaciones clónicas y cambios de tecnología en el viñedo.

Quizás el ejemplo más extremo sea lo sucedido en el Valle del Loira, donde se ha ido pasando gradualmente el cultivo de variedades blancas a tintas.

La envidiada posición geográfica de Italia ahora trae dolores de cabeza a los viticultores, que están planteando acudir a la irrigación para preservar los viñedos; pues los efectos adversos ya se están sintiendo sobre todo en las regiones de Piamonte y Sicilia.

En Alemania y Austria el paisaje cambiará gradualmente de blanco a tinto; mientras que en Sudáfrica los productores están comenzando a escalar las montañas con los viñedos a cuestas a pesar de que los pronósticos son menos graves, gracias a los microclimas existentes al oeste de El Cabo, que pudieran salvar alguna producción.

Las temperaturas también continúan en ascenso en Estados Unidos, y varios valles de California ya resultan afectados por el calentamiento, mientras que algunas variedades como Merlot, Pinot Noir, Chardonnay y hasta Cabernet Sauvignon encuentran comprometido su desarrollo. Incluso se pronostican pérdidas de 92 millones de dólares, si la predicción de ascenso de temperatura de apenas un grado centígrado resulta ser cierta.

Al otro lado del mundo, en Australia, los productores buscan microclimas en terrenos más elevados del Valle de Barossa y en el sudeste del país, ya que el avance del desierto los está cercando cada día más.

En el peor de los escenarios, ¿Cuáles serían las características del vino producido en las regiones donde el calentamiento se haga sentir?

Primero, la aceleración del proceso de maduración adelantará la vendimia, la pulpa madurará antes que el hollejo (piel) y las pepitas, dando lugar a vinos más duros. A su vez, las severas radiaciones ultravioleta tipo B harán que la piel de la uva se queme y que por tanto se obtenga un fruto seco, lo que le proporcionaría al vino aromas extraños.

Además, un exceso de calor elevaría de manera inobjetable la concentración de azúcar en los frutos, la que por acción de las levaduras daría como resultado una mayor presencia de alcohol en los caldos, el ácido tartárico disminuiría y la acidez sería escasa, con el consiguiente aumento de iones como el potasio, y mayor riesgo de oxidación de los antocianos, obteniéndose como resultado vinos con tonos marrones y anaranjados en plena juventud, con alta graduación alcohólica, menos frescos, intolerablemente empalagosos y con alta tendencia a la contaminación microbiana.

A pesar de estos negros vaticinios, el sector vitivinícola se está anticipando a los futuros y actuales problemas, ya que muchos productores están encarando la situación con un enfoque proactivo.

La búsqueda de variedades más resistentes, la introducción de nuevos sistemas de conducción y riego, el cambio de las técnicas de vendimia y los nuevos sistemas de tratamientos y correcciones en bodega, son algunas de las medidas que ya se están implementando en algunos lugares.

Además, a mediano plazo, el uso de paneles fotovoltaicos y solares en la producción, y en general la incorporación de tecnologías “limpias”, traerá como resultado reducir el impacto de la emisión de CO2 al ambiente y ayudará a paliar en algo el aumento de temperatura pronosticado, para ver si, al menos durante un tiempo más, el cambio climático no modifica el Atlas del vino.

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Por: MsC. Gilda Nuñez Y Sommelier Odalys Morejón / Fotos: Alvite