Chapeau a la tempranillo

Creado: Vie, 12/06/2009 - 05:15
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Por: Sommelier Julio César García
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Chapeau a la tempranillo

La Ribera del Duero constituye la región española de más alta reputación mundial, no solo por su Vega Sicilia Único, elaborado sólo en cosechas excepcionales, sino también por la gama de buenos caldos que se producen año tras año en estas tierras, gracias a la magia de sus elaboradores, los nutrientes y microclimas de su terroir y la materia prima de las más encumbrada cepa española: la tinto fino o tinta del país (o tempranillo, como es conocida también en la Rioja, contigua en latitud y fama).

Son los viticultores de la Ribera quienes precisamente han seguido lo que hizo Alejandro Fernández a principios de los años 1980. Con su emblemático Pesquera, Alejandro conmovió al mundo por el marcado carácter frutal del vino, su corpulencia estructural, su riqueza aromática, su largo final en boca y su gran capacidad de guarda.

Como consecuencia, este conformó la nueva identidad del vino más español de toda la nación, elaborado a partir de la tempranillo, convirtiéndose la Ribera del Duero en el gran paraíso de la reina de las uvas tintas españolas.

Jancis Robinson en su libro Vines, Grapes & Vines expresó: "Si la Rioja es a España lo que Burdeos y Borgoña a Francia en términos de calidad… entonces la tempranillo es la unión de la pinot noir y la cabernet".

Según la autora, esta hipótesis se ha tenido en mente durante mucho tiempo. Algunos historiadores coinciden en que la tempranillo se introdujo en España como variante de la pinot noir y la cabernet franc.

Jancis también plantea que es cierto que existe cierta similitud de sabor entre un Rioja maduro de buena calidad y un Borgoña al estilo antiguo. No es secreto para nadie que ambas resisten temperaturas muy bajas.

No obstante, según mi opinión respetuosa, no debe ser la Rioja la zona española de comparación.

Las razones son varias: los métodos riojanos tradicionales de producción contemplan una gran participación de la barrica; la baja acidez que logra la cepa en la región, lo que implica que con el paso del tiempo los vinos mantienen el color pero pierden la fruta y la vivacidad de su juventud, se refuerza con la mezcla de otras cepas complementarias como la garnacha, la mazuelo y la graciano.

Los vinos de la Ribera del Duero sí se asemejan a sus contrapartes franceses. Son caldos que tienen el carácter frutal meloso y los tonos terrosos y ahumados de los buenos borgoñas de la Cote de Nuits, los músculos compactos, la estructura y complejidad de los grandes Burdeos de Pauillac, Saint Julien y Saint Estephe, y la fragancia aromática, la elegancia, la redondez y vivacidad de los buenos Pomerol, Margaux y Saint Emilion.

Se puede plantear con absoluta convicción que los vinos de la Ribera del Duero pueden ser la unión de la pinot noir, la cabernet sauvignon e incluso la merlot, todas ellas encarnadas en la cepa por excelencia del vino español: la tempranillo, en su terroir, en el modo de hacer de sus enólogos y en el empleo de las más apropiadas barricas francesas.

En la Ribera del Duero, ante cada bodega, cada viñedo, cada elaborador, cada vino, hay que quitarse el sombrero y agradecerle a la vida el divino placer que nos brinda, con todo su potencial, una de las más grandes cepas del mundo: la tempranillo.

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Por: Sommelier Julio César García