Dietas. ¿Comer o qué comer?

Creado: Mar, 17/04/2012 - 13:45
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Por: Katy de la Puente
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Dietas. ¿Comer o qué comer?

Decía un nutricionista famoso que existen tantas dietas como personas hay en el planeta, y la vida parece darle la razón.

Todos los días surgen regímenes de alimentación nuevos y disímiles, que se proponen como fórmulas mágicas, mayormente para adelgazar, pero también para engordar, mejorar la figura, perder arrugas e incluso para verse más bronceado.

Las dietas no distinguen entre sexos, aunque son seguidas mayormente por las mujeres, tradicionalmente más preocupadas por su figura.

En su gran mayoría estas recetas priorizan los alimentos más naturales, las frutas y verduras, aunque también las hay que preconizan el consumo a veces casi exclusivo de carne, de sopas y hasta la llamada dieta del agua, basada en la ingesta abundante de este líquido.

Su principio básico, demostrado científicamente, es que el cuerpo acumula grasa y por tanto engorda si se ingieren más calorías de las que utilizamos al día, por lo cual para adelgazar y mantener una vida más sana hemos de comer menos calorías (eso no significa menos cantidad), o quemar más haciendo ejercicios físicos diversos.

Los nutricionistas más respetados aseguran que, más allá del tipo de dieta que se siga, su éxito dependerá ante todo de la voluntad de la persona, sus características personales, y de convertir la alimentación sana en un estilo de vida, no en una contingencia.

Se trata, ante todo, de ir modificando poco a poco los hábitos de alimentación, pues las “dietas relámpago” muy restrictivas hacen que perdamos peso muy rápidamente, pero normalmente cuando las dejamos volvemos a recuperar lo que hemos perdido, e incluso más.

Por ello, lo más recomendado es seguir una dieta progresiva, variada, sana y que sacie los deseos de comer, ya que si se pasa hambre y restricciones excesivas, esto provocará ansiedad y el abandono del régimen impuesto.

Además, como en muchas recetas para adelgazar siempre se debe comer lo mismo, las personas se aburren rápidamente.

En sentido general, para una alimentación balanceada se recomienda consumir verduras y frutas todos los días, pues brindan vitaminas, fibras y antioxidantes que ayudan a mejorar la digestión y bajar el colesterol.

Igualmente se debe comer pescado, al vapor, al horno o a la plancha, por lo menos dos veces a la semana, ya que brindan grasa del tipo omega 3, ayudando a prevenir enfermedades del corazón.

Se debe reducir el consumo de alimentos salados y/o procesados como las aceitunas, enlatados, embutidos, sopas preparadas, bebidas gaseosas, concentrados, y condimentar con vinagre, limón, perejil, orégano o cebolla evitando la sal.

Hacer dieta no tiene que convertirse en un suplicio ni en una norma rígida inflexible, ya que podemos volvernos prisioneros de nosotros mismos. Incluso sin renunciar a aquellos alimentos que nos gustan, solo reduciendo sus porciones, se puede mantener un estilo sano de vida.

De hecho, estos conceptos han comenzado poco a poco a asentarse en la restauración moderna, donde los vegetales ocupan cada vez un lugar destacado en la mesa, y muchos platos de carne o mariscos se sirven acompañados de estos.

Faltan todavía, eso sí, que las frutas ocupen su espacio en el menú, que los yogures encuentren el suyo dentro de los postres, que los caldos de vegetales –fáciles de preparar y baratos- sean una constante y no la excepción; y sobre todo preguntarle o recomendarle al cliente los platos que pueden ser más sanos.

Es posible y cada vez más necesario diseñar un menú sano en restaurantes y hoteles… que siempre será muy bien recibido.
 

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