El agua es esencial para la vida de todas las personas y demás seres vivos como plantas y animales, ya que sin ella podrían morir en pocas horas. Por ello deben disponer de un suministro satisfactorio (suficiente, sano y accesible), ya sea para beber o para la producción y preparación de alimentos.
Podemos decir que el agua es potable cuando está libre de gérmenes infecciosos o compuestos físicos y químicos que puedan producir daños a la salud, con la aparición de las enfermedades o intoxicaciones de orígenes hídricos. Tienen mayor riesgo de padecerlas los lactantes y los niños de corta edad, las personas debilitadas e inmunodeprimidas, las que viven en condiciones antihigiénicas y los ancianos.
Dentro de las denominadas Enfermedades Hídricas Infecciosas, que son producidas por bacterias, virus, hongos y parásitos, se encuentran las diarreicas, el cólera, la fiebre tifoidea, la hepatitis infecciosa y las disenterías amebiana y bacilar, entre otras, que tienen su origen fundamental en el consumo de este líquido contaminado con excrementos humanos o de animales (incluidos los de las aves).
Los riesgos para la salud asociados a los componentes químicos del agua se deben principalmente a la capacidad de estos compuestos de producir efectos adversos tras periodos de consumo prolongados.
Pueden existir numerosos productos químicos en el agua de consumo, sin embargo, solo unos pocos suponen un peligro inmediato para la salud. Por ejemplo:
• La exposición a concentraciones altas de fluoruro de origen natural puede generar manchas en los dientes y, en casos graves, impregnación ósea acompañada de discapacidad de los huesos.
• El agua de consumo puede contener arsénico de origen natural, capaz de ocasionar un riesgo significativo de cáncer y lesiones cutáneas.
• Otras sustancias como el uranio y el selenio pueden también provocar problemas de salud cuando su concentración es elevada.
• La presencia de nitratos y nitritos se asocia con problemas en la hemoglobina. Esto puede deberse a la aplicación excesiva de fertilizantes o a la filtración de aguas residuales u otros residuos orgánicos a las aguas superficiales y subterráneas.
• Sobre todo en zonas con aguas corrosivas o ácidas, la utilización de cañerías y accesorios o soldaduras de plomo puede generar concentraciones elevadas de esta sustancia en el agua de consumo, con efectos neurológicos adversos.
Y es que el agua en su recorrido desde la fuente donde se obtiene hasta que es utilizada por el consumidor puede cargarse de gran variedad de gérmenes infecciosos o de otro tipo, ya sea por causas naturales o introducidas por el hombre, accidentes, roturas de tuberías o equipos o por la incorrecta manipulación, tanto en la fuente como en el transporte o almacenamiento.
Por todo lo anterior se impone entonces tomar en cuenta una serie de medidas para proteger el agua y su inocuidad, en las cuales deben intervenir tanto instituciones estatales como privadas e individuales.
Desinfección y desintoxicación
La desinfección es de vital importancia para el suministro de agua potable. La destrucción de microorganismos patógenos es una operación que puede realizarse de diferentes maneras, como hervir o filtrar el agua (sobre todo a nivel doméstico). Sin embargo, el método más frecuente y eficaz es mediante productos químicos reactivos como el cloro, que debe utilizarse tanto en aguas superficiales como en subterráneas expuestas a la contaminación fecal.
Si se distribuye a granel, en camiones cisterna, debe añadirse suficiente cloro para garantizar que, tras un periodo de tratamiento de al menos 30 minutos, el agua contenga en el punto de entrega una concentración de cloro libre residual de al menos 0,5 mg/L. Estos vehículos deben reservarse normalmente solo para el transporte de agua potable y, antes de su uso, deben desinfectarse mediante tratamiento químico o con vapor.
Todas las personas tienen la responsabilidad de asegurarse de que sus acciones no afecten negativamente la calidad del agua. La instalación y mantenimiento de redes de fontanería domésticas deben realizarlas preferiblemente fontaneros cualificados y autorizados u otras personas que tengan los conocimientos precisos para garantizar que no se produzcan conexiones cruzadas ni reflujos que puedan contaminar el sistema de abastecimiento del local. La desintoxicación requiere, a su vez, de constantes controles, análisis y filtros por parte de los organismos pertinentes, para que el agua llegue a su destino libre de elementos tóxicos físicos y químicos.
Signos de alerta
Las personas pueden evaluar la calidad del agua basándose principalmente en sus sentidos. Los componentes microbianos, químicos y físicos del agua pueden afectar su aspecto, olor o sabor y el consumidor evaluará su calidad y aceptabilidad basándose en estos criterios.
Aunque es posible que estas sustancias no produzcan ningún efecto directo sobre la salud, los consumidores pueden detectar si el líquido está muy turbio, con mucho color, o que tiene un sabor u olor desagradable. De ser así, es insalubre y debe ser rechazado.
Los cambios en el aspecto, olor y sabor del agua de consumo de un sistema de abastecimiento con respecto a sus características organolépticas normales pueden señalar cambios en la calidad del agua bruta o cruda (sin tratar) de la fuente o deficiencias en las operaciones de tratamiento, aspectos que deben investigarse.
El agua potable y sus cuidados
Credito
Por: Dr. MsC. Julio César Ginarte Suárez