Emoción que se come

Creado: Dom, 12/07/2015 - 19:11
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Por: Periodista y crítica gastronómica Inés Calle
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Emoción que se come

A veces la cocina traspasa lo imaginable para cobrar vida; sentires enredados de mentes inquietas que no se conforman con pasar de puntillas. Platos que palpitan, corazones desbocados.
Como el artista al lienzo blanco, como el poeta al verso, el artesano de las emociones se enfrenta a la inmensidad de su inquietante vacío en busca de fe. Y a veces lo consigue. Arpas y violines, tambores y castañuelas. Etérea sinfonía.
Y en este teatro de marionetas y mimos, desmárquese el artista. Ulises preso tras el canto de las sirenas; agujero negro embravecido.
Tragado por la fuerza de las entrañas de quien respira arrítmico y sentido, ábrase el telón del teatro de los sueños; oníricos ellos, oníricos sus besos. Tan profundos. Tan inquietantes.
¿Hay acaso un viaje más intimo que el intrínseco al acto de comer? Labios que abrazan sueños de poetas de los fogones. Alquimia en el plato.
Las obras susurran incluso lo que su dueño esconde. Hay platos que te cuentan tanto que la inmensidad del tiempo es poca. Mundos interiores que crepitan al son de las llamas que lo abrasan.  Los hay tímidos, delicados. Bravíos, arrogantes. Desconcertantes, misteriosos.  Hay sabores que penetran con fuerza desmedida, otros tan sutiles que te obligan a afinar.  Tantos como personalidades imaginables.  Detrás, siempre una mente inquietante.
Todos podemos aprender a elaborar platos  académicos y medidos.
La técnica da alas. Se agradece un plato que exhibe oficio.  Sazonado con amor, el resultado no solo sacia al cuerpo sino que reconforta el paladar.
Cuando tras el artesano que domina la técnica y ejecuta con vocación, se esconde también un alma que goza de una capacidad exaltada de percibir, la obra captura notas de esa mágica sensibilidad. Es cuando los bocados empiezan a contar historias entrecruzadas de ráfagas de polvo de estrellas y gradientes tintineos de sueños de excelencia.
El aprendiz de mago dotado de una mente talentosa,  con empeño desmedido, generoso en su voluntad de compartir el milagro de la sublimidad, se entrega a la causa de la alquimia hasta la extenuación. Es entonces, solo entonces, cuando su obra cobra vida.
Justo en las almas hambrientas de emociones, su mensaje se abre camino. Conexiones sinérgicas a través de la obra, de almas que no callan. Los homónimos se buscan encontrando refugio entre sus voraces anhelos. Mensajes tan profundos que calan en el paladar del alma, que empapan las entrañas. El principio y el fin. La esencialidad desnuda. La génesis misma.
Es este artista. Y son sus obras emoción.

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Por: Periodista y crítica gastronómica Inés Calle