La «Sangre Joven» de la Sangiovese

Creado: Lun, 17/12/2012 - 13:10
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Por: Sommelier Julio César García Valdés
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La «Sangre Joven» de la Sangiovese

Toda la región central de Italia está colmada con diferentes clones de la grandiosa cepa Sangiovese. Su espectro de sabores va desde vinos simples, ligeros, francos, provenientes de antiguas regiones; hasta la esencia de la vid hecha bebida que puede mantener su concentración y belleza por casi un siglo, y que recuerda a los clásicos Claretes de antaño con su estela de fama mundial.

En su versión original, con clones muy antiguos y selectos, el Brunello di Montalcino de Biondi Santi constituye uno de los vinos más apreciados, exquisitos y concentrados de Italia.

Por otra parte, en los terroir de Emilia Romagna y Marches, los clones más serviles de Sangiovese, con un alto nivel productivo, son los responsables de vinos ligeros, fáciles de beber y los más económicos del país.

Aquí radica la esencia de una de las grandes cepas italianas, lo que demuestra claramente que el tipo de clon bien seleccionado y adaptado a un terroir específico puede ser aun más importante que el clima de la zona en esta variedad.

Actualmente la Sangiovese en sus diferentes formas está plantada en casi toda Italia, de hecho su influencia es tal que rivaliza como la cepa tinta más plantada de Italia con la Barbera del Piamonte.

Los orígenes de la Sangiovese son firmemente toscanos, se localizan alrededor del área que ocupa hoy la ciudad de Florencia, y su nombre se acre-dita con una etimología mucho más robusta en carácter que su propia esencia: Sangre de Judas o Sanguis Jovis.

De ahí que el nombre actual, Sangiovese, se deba a que tal vez la vid original producía vinos mucho más concentrados y poderosos hace 300 años, los cuales hoy se pueden encontrar solo en algunos pocos lugares de la península itálica.

La mayoría de los ampelógrafos coinciden en que existen dos variedades fundamentales de esta cepa: la Sangiovese Grosso, plantada en lo que constituye un gran abanico clonal en la Toscana; y la Sangiovese Piccolo plantada en su forma más pura desde el siglo XV en Emilia-Romagna. En general las uvas de la cepa Sangiovese no son bien pigmentadas y los vinos resultantes son de color poco intensos y no soportan con facilidad la oxidación.

El sabor exacto de esta cepa varía enormemente, pero tienen al menos algo en común, y es que en todas sus variantes se torna rural con tonos terrosos, que sugieren el campo italiano. Además, su acidez es notablemente alta y su alcohol es moderado. No existen en ella tonos melosos, y los taninos son frecuentemente marcados.

Existe una regla generalizada que plantea que los vinos a base de Sangiovese no son vinos de guarda, pues no perduran por más de una década, a no ser el Brunello di Montalcino, que constituye la excepción de la regla.

Sin embargo, la Sangiovese es el ingrediente fundamental del vino más conocido de Italia, el Chianti, acompañado inusualmente por cepas blancas como la Malvasía o la prolífera Trebbiano y además cepas locales tintas como la Cannaiolo, Colorino y Mammolo.

Este aspecto constituyó un gran problema para la imagen del vino italiano de los años 60 y 70 del pasado siglo, los cuales cada vez eran más claros y diluidos, por el gran por ciento de cepas blancas que contenían en su composición.

Solo a principios de los 80 se tomó acción al res-pecto, haciendo valedera la Ley del Consejo Regulador de que solo pequeñas proporciones de cepas blancas podían ser incluidas en el Chianti; aunque todavía se permite, y de hecho algunos productores aun lo hacen para vergüenza de muchos, hasta un 15 % de cepas tintas traídas del sur de Italia.

Así se pueden encontrar sus principales exponentes en la zona de la Toscana, alrededor de Florencia, unida a las cepas antes mencionadas dando forma al afamado Chianti, con vinos que pueden variar altamente su calidad.

En Montalcino, donde se conoce la cepa como Brunello, se utiliza en los vinos más sublimes de la región central italiana. También está en el vino Nobile di Montepulciano, donde es denominada Prugnolo; y se hace acompañar de cortes similares a los del Chianti en Bolgheri y zonas aledañas, unida a otras cepas internacionales, enseñando al mundo todo un icono en sabor denominado los Supertoscanos.

Hoy los productores toscanos siguen buscando nuevos clones y combinaciones, para que los caldos provenientes de su cepa más emblemática continúe representando la «Sangre de Judas», la sangre joven que desde las venas de sus viñedos continuará llegando a nuestras copas con todo el potencial que la coloca como una de las cepas más notables del mundo.

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Por: Sommelier Julio César García Valdés