La nuez es el fruto del nogal, de forma redondeada y cáscara rugosa. En su interior contiene la parte comestible. Fue hace unos 7.000 mil años que la civilización mesopotámica comenzó a cultivar uno de los árboles frutales más viejos que existen. Desde entonces, este fruto seco complementa todo tipo de recetas, desde postres o licores hasta encurtidos.
Desde su aparición en Mesopotamia, se han generado más de 50 variedades diferentes de nueces en el planeta. Algunas de las más famosas son la pecana norteamericana; la cremosa macadamia originaria de Australia y la española o europea (juglans regia), que en algunos países es conocida también como nuez de Castilla. Tan solo en España, este fruto seco crece a lo largo de 8.000 hectáreas situadas principalmente en la mitad norte de la península.
Cuenta la leyenda que Alejandro Magno introdujo las nueces desde Persia a Grecia -por eso ahí es conocida como nuez persa-, y que fueron los romanos quienes bautizaron a las nueces como Juglans Regia, su actual nombre científico, lo que se traduciría como glándulas de Júpiter. No es un nombre al azar: ellos consideraban estos frutos como un alimento de los dioses. Su peculiar forma fue una de las probables razones: esa cáscara leñosa, dura y rugosa alberga cuatro semillas suaves cuya forma recuerda al cerebro humano.
Propiedades y beneficios de las nueces
Un puñado de nueces al día es mano de santo para aliviar o prevenir un buen número de dolencias y enfermedades. Eso es lo que dicen numerosos estudios sobre este fruto seco, aunque no está probado con investigaciones científicas irrefutables, ya que los trabajos sobre sus supuestas propiedades anticancerígenas, por ejemplo, sólo se han constatado en pruebas con animales.
Pero aunque no tengan todas las virtudes que se les otorgan, lo que es seguro es que no hacen daño. A menos, claro, que se tenga alergia a los frutos secos. Lo que las hace tan especiales y distintas es, según un artículo publicado por el DR. Robert H Shmerling en la revista de salud de la Universidad de Harvard, su "específica combinación de grasas y ácidos poliinsaturados".
Todos los estudios apuntan a que no aumentan los riesgos de sufrir obesidad si se toman como sustitutos de otros alimentos en la dieta.
Claro que en cuanto suena la palabra grasas, quien más quien menos, se pone a la defensiva. Es cierto que están compuestas de grasas en un 65% y que por tanto son un alimento calórico y energético, pero todos los estudios apuntan a que no aumentan los riesgos de sufrir obesidad si se toman como sustitutos de otros alimentos en la dieta. Es así porque la energía que absorben es un 21% menor de lo que sugieren sus nutrientes y porque su efecto saciante permite reducir la cantidad de otras comidas.
Una de sus mayores propiedades es, pues, la cantidad de ácidos grasos poliinsaturados, como el Omega-6 o linoleico y Omega-3, que representa entre un 8 y un 14% del total. En concreto por cada 28 gr de nueces, se obtienen 2,5 gr de OImega-3, y la cantidad diaria aconsejada es de 1,6 gr para los hombres y 1,1 para las mujeres.
Gracias a ellos se reduce el colesterol malo y como consecuencia se previenen enfermedades cardiovasculares. Según un artículo publicado en el The New England Journal of Medicine, en concreto hacen que disminuya un 30% el riesgo de accidentes coronarios y relacionados con la tensión alta.
La lista de propiedades que contribuyen a mejorar numerosas funciones del organismo es larga. En resumen, son buenas para los sistemas cardiovascular, cerebral, digestivo, reproductivo; favorecen el sueño y la relajación, mejoran la memoria, son preventivas contra el cáncer, el alzheimer, la diabetes ... y mucho más.
Contra el colesterol malo
Hay quien dice que bastan 30 gramos al día y otros que siete piezas, pero las dosis dependen de varios factores, como el peso o el ejercicio que se haga, así que un puñado según interpretación de cada cual estará bien. Uno de los estudios más recientes, explica el Dr. Shmerling, se hizo a partir de datos de otros 26 realizados previamente e implicaba a un total de mil participantes.
Destaca el doctor la cantidad de ácidos grasos alfa-linoleico y linoleico de las nueces y sus efectos antiinflamatorios
Entre los que tomaban nueces, se redujo el colesterol en general sobre un 3%; el “malo” (LDL), un 4% y los trigliceridos un 5,5%. Destaca el doctor la cantidad de ácidos grasos alfa-linoleico y linoleico de las nueces y sus efectos antiinflamatorios, que mantienen los vasos sanguíneos sanos y tienen efectos beneficiosos sobre los lípidos de la sangre. Aunque advierte también que queda mucho por investigar.
Contienen numerosos minerales
Al margen de sus ácidos grasos, aportan numerosos minerales, como el potasio, que ayuda a la producción de proteínas buenas para el desarrollo muscular. Se recomiendan cuando se ha hecho un ejercicio intenso para reponer energía.
El magnesio que contienen es suficiente para aportar la dosis diaria que aconsejan los médicos; el fósforo favorece la formación de huesos y dientes; el hierro refuerza el sistema inmunológico y combate la anemia y el zinc estimula el sistema nervioso y con el cobre y Omega-3 actúa sobre la piel seca y la mejora, al tiempo que evita la caspa debida a la sequedad extrema del cuero cabelludo.
Son ricas en vitaminas
Otros nutrientes que considerar son las vitaminas que aportan. La E, que junto con la melatonina y los polifenoles, que se encuentran en la fina piel que recubre el fruto, tiene poder antioxidante y contribuye a retrasar el envejecimiento. Las del grupo B favorecen las funciones del sistema nervioso y combaten el estrés y la formación de cálculos renales.
El triptófano y la vitamina B6 actúan sobre la relajación muscular y el sueño
El triptófano y la vitamina B6 actúan sobre la relajación muscular y el sueño. Y la melatonina tiene la propiedad de sincronizar los ciclos de luz y oscuridad y los transmite al organismo, por lo que evita situaciones de insomnio.
En la menopausia sustituyen a los lácteos
Son también ricas en calcio, por lo que se recomiendan especialmente para mujeres con menopausia, hasta el punto de considerarlos un buen sustituto de los lácteos si por algún motivo estos no gustan o no sientan bien. Igualmente para embarazadas, para quienes son también muy convenientes por el ácido fólico. Por el mismo motivo mejoran la salud bucal y actúan en la formación de la dentadura
En investigaciones realizadas con animales se ha establecido que pueden reducir las probabilidades de sufrir cáncer de colon y de pecho. De la misma manera se han estudiado sus efectos en la salud cerebral, pero los resultados no son concluyentes para los humanos.
Son muy digestivas porque favorecen el buen estado de la microbiota, que es el conjunto de microbios y bacterias que ayudan al buen funcionamiento del sistema digestivo. Y por la cantidad de fibra que contienen evitan el estreñimiento.
Existen varios tipos, como la de California (o inglesa), que es una de las más consumidas ya que representa un 80% del total; la castellana, más pequeña, tiene un sabor más intenso; la pecana procedente de latinoamérica y que destaca por su aroma, se usa más para cocinar y en repostería, y las de cedro, originarias de Rusia, son las que más reducen el colesterol gracias a que contienen un 70 % de aminoácidos esenciales. La mayor parte de los 1,2 millones de toneladas anuales se producen en China.
Fuente: La Vanguardia, Bon Viveur