Día mundial de la sidra: un viaje por su proceso de elaboración

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Redacción Excelencias Gourmet
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Sidra

Cada 3 de junio, se rinde tributo a la Sidra, una bebida ancestral que ha conquistado paladares alrededor del mundo.

Originaria de regiones con vastos huertos de manzanas como Asturias, Normandía y el suroeste de Inglaterra, la sidra es mucho más que una simple bebida; es el resultado de un delicado proceso de elaboración que combina tradición y técnica.

El origen: la manzana

El viaje de la sidra comienza en los huertos, donde las variedades de manzanas son seleccionadas cuidadosamente. Existen diferentes tipos de manzanas usadas para la sidra: dulces, ácidas y amargas, cada una aportando características únicas al sabor final de la bebida. La combinación de estas variedades es esencial para obtener un equilibrio perfecto entre dulzor y acidez.

Procesamiento: recolección y prensado

La recolección de las manzanas suele llevarse a cabo a finales del verano y principios del otoño. Una vez recolectadas, las manzanas se lavan y se muelen para convertirlas en pulpa. Esta pulpa se coloca en prensas que extraen el jugo de las manzanas, conocido como mosto.

Fermentación: el alma de la sidra

El mosto de manzana se coloca en grandes barriles, donde comienza el proceso de fermentación. Aquí, las levaduras naturales presentes en la fruta y en el ambiente transforman los azúcares del mosto en alcohol. La fermentación puede durar varias semanas o incluso meses, dependiendo de la temperatura y las condiciones del entorno.

Maduración: perfección con el tiempo

Tras la fermentación, la sidra no está lista aún. Necesita un período de maduración, que puede durar desde unos pocos meses hasta varios años. Durante este tiempo, la bebida se vuelve más compleja y refinada, desarrollando los matices que la caracterizan. Algunos productores utilizan barriles de roble para añadir sabores adicionales.

Fase final: embotellado y carbonatación

Una vez madurada, la sidra se filtra para eliminar impurezas y se embotella. En algunos casos, se añade una pequeña cantidad de azúcar o mosto para provocar una segunda fermentación en la botella, que le da a la sidra su característico burbujeo.

Así que hoy, alzar una copa de sidra es más que una celebración; es un homenaje a la tradición, la tierra y el esfuerzo humano. ¡Salud!

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Redacción Excelencias Gourmet