Cuando se piensa en una dieta completa a día de hoy, es imposible dejar fuera a los frutos secos. Y es que, aunque su origen data de hace miles de años, su popularidad ha aumentado en tiempos recientes gracias a su versatilidad en la conservación y sus propiedades nutricionales.
A veces suele confundirse a los frutos secos con los que se obtienen de frutas desecadas. Sin embargo, son cosas distintas. Se trata de semillas grandes encerradas en cáscaras generalmente duras y que tienen la virtud de ser ricos en aceites.
Desde lo salado, hasta el dulce, los frutos secos han estado presentes en muchas recetas sobre todo en países mediterráneos. En el primer caso, es muy conocido el pilaf de pollo en Turquía e Israel, que es un arroz con caldo de verduras y pollo o pescado y frutos secos, o la baklava turca, que admite toda clase de frutos como almendras, piñones, avellanas y nueces. Con punto dulce, hay varios ejemplos de la cocina de Apicio, a base de nueces, avellanas, almendras y piñones.
Entre sus aplicaciones contemporáneas es muy frecuente encontrarlos en todo tipo de ensaladas. En la moderna cocina de vanguardia se utilizan piñones ligeramente tostados para decorar platos y se aprovechan las piñas piñoneras para aromatizar guisos ─se usan verdes y en forma de ralladura consiguiéndose un magnífico resultado culinario─.
Entre las preparaciones dulces merece destacarse la alcorza, una pasta blanca hecha con azúcar muy fino y almidón, que se empleaba para recubrir frutos secos y pasas.
Pero más allá de estos usos, los frutos secos son protagonistas de un sinfín de recetas, incluso de licores, como aperitivos, etc., con sus diferentes versiones según regiones y países. Conoce más de su origen así como otros platos sencillos y típicos para hacer en casa, los beneficios de algunos de los más conocidos como los cacahuetes, almendra, nuez, pistacho en la edición 93 de nuestra revista Excelencias Gourmet.