La inteligencia artificial ha llegado para quedarse. Ya nunca más sonarán descabellados los menús personalizados o las predicciones de consumo a la velocidad de un click. Y es que, en especial, en la gastronomía, la IA ha sido un no parar de invenciones y desafíos.
Cuando parece que algo lleva mucho tiempo se lanza alguna herramienta para facilitar su proceso. Así ha ocurrido recientemente con la creación de un software para analizar patrones de consumo de vino o los algoritmos de aprendizaje automático para dar riendas a nuevas combinaciones de sabores y recetas.
Sin dudas, la IA está transformando la forma en que experimentamos, producimos y gestionamos los alimentos, abriendo un abanico de oportunidades para chefs y consumidores.
La IA como herramienta creativa y organizativa
Google tampoco se queda atrás en materia de opciones de personalización. A través de Gemini, ha puesto a disposición de los usuarios sugerencias de menús para cenas navideñas teniendo en cuenta los gustos y preferencias de los comensales. Con ella también se facilitan recetas detalladas y organizan actividades complementarias, como planificar cenas temáticas o sugerir vinos para maridar.
Por su parte, el chef español Andoni Luis Aduriz, del prestigioso restaurante Mugaritz, se vale de sus prebendas para su proyecto “Gastronomía Molecular”, concebido para generar ideas innovadoras que serían difíciles de imaginar para el cerebro humano.
En otros casos la IA se emplea en la gestión de inventarios, planificar menús según disponibilidad y temporada, y hasta automatizar procesos en cocinas de alta demanda, como las de los restaurantes de comida rápida. De hecho, algunas cadenas la usan para sugerir complementos o bebidas según las preferencias del cliente.
Impacto en la industria del vino y el análisis alimentario
Un ejemplo destacado del uso de la IA es la herramienta desarrollada por investigadores de los institutos de Ciencias de la Vid y del Vino; de Investigación en Ciencias de la Alimentación, y de Física de Cantabria, en conjunto con el Centro de Investigación Biomédica y la universidad de La Rioja para analizar patrones de consumo de vino.
Esta innovación, basada en aprendizaje profundo, permite calcular con precisión el volumen de vino en una copa a partir de una fotografía tomada con un teléfono móvil. Se trata de una herramienta que ayuda a entender mejor los hábitos alimenticios en estudios epidemiológicos, pero también incentiva a mejorar la trazabilidad de los alimentos y bebidas, asegurando estándares de calidad y reduciendo riesgos en la seguridad alimentaria.
Desafíos en la gastronomía
Este es solo el comienzo. La IA promete seguir revolucionando la gastronomía con avances en robótica, como cocineros automatizados que ejecuten recetas complejas, o asistentes virtuales más inteligentes que interactúen en tiempo real con los clientes.
De ahí que a menudo se tema por la posible pérdida de empleos e incluso la dependencia tecnológica y el impacto en la autenticidad de la experiencia culinaria. No obstante, las infinitas posibilidades de la gastronomía no parecen ceder a la estandarización. Por lo que, convivir con las nuevas tecnologías deberá pensarse más desde la alianza que la limitación. Eso sí, que nunca la modernidad supere el valor de buenos ingredientes y recetas.