Ir en contra del reloj biológico facilita la aparición de la obesidad, ya que la eliminación de las grasas se dificulta y aumenta la absorción de proteínas, según un estudio realizado en la Universidad de Northwestern (Illinois, EEUU).
La investigación, publicada originalmente en la revista Obesity, sugiere que las personas que ingieren alimentos después de la cena son más proclives a ganar peso.
Este problema afecta a quienes ingieren más del 50 por ciento de las calorías diarias después de la cena o trabajan en turno de noche, pues "el horario de estos últimos les obliga a comer a horas en las que el ritmo natural del cuerpo pide dormir", argumentan los autores del estudio.
"Observamos que en estos casos se tiende a ganar peso y esto nos hizo pensar", afirma Fred Turek, autor principal del estudio.
La clave de esta situación podría estar en el ritmo circadiano, que juega un papel muy importante en el organismo humano, ya que se trata de una especie de reloj biológico que marca las horas del día, dicta cuándo dormir, cuándo despertarse, e incluso cuándo comer.
La violación de estos patrones, sugieren los investigadores, hace que el organismo reaccione de manera poco común, favoreciendo la absorción de proteínas y grasas y por ende la obesidad.
