Los vinos producidos por las bodegas de Barolo comenzaron a adquirir su posición real en la Edad Media y su reputación creció constantemente a partir de entonces.
Se relata que el Barolo frecuentemente era el vino presente en la mesa de Louis XIV. Los máximos pontífices también se sintieron atraídos por la magia del Barolo.
A principios del siglo XIX, Pius VII se aseguró que este vino siempre estuviese disponible en su corte.
Debido a la excelencia absoluta en calidad del Barolo, su nombre es sinónimo de elegancia, unión perfecta de estructura, fragancia rica y sabor inequívoco. Su color rojo granate intenso recuerda una puesta del sol de verano.
Su bouquet a las frutas más frescas con un toque de especia oscura y, de vez en cuando, se pueden percibir leves tonos a trufas, otro producto clásico del área de Alba.
El sabor es largo, refinado y equilibrado.
Este vino es el compañero perfecto para los asados, quesos sabrosos, aves salvajes, guisados y carnes a la parrilla.